Cap 6. Si amas algo, libéralo.

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Te contemplo cuándo nadie mira, mis ojos no pueden apartarse de ti, lo intento, me frustro, me enfado, me desprecio.

Te veo al fondo de la clase, con tu uniforme de colegio y siento que no me llega el aire. Me ahogo en la hoguera de mis deseos.

Cap 6. Si amas algo, libéralo.

Hermione entró despacio, caminando por aquel breve camino de piedras que tantas veces había recorrido, recreándose en la cancela del jardín, en las preciosas rosas que se abrían por primera vez, saludando el buen tiempo estival. En el par de estúpidos gnomos de jardín que había puesto su madre en afán decorativo, pero que a ella le parecían de lo más hortera.

Hermione recorrió con sus ojos memorizando cada detalle, memorizando cada rincón, para archivarlo en su mente.

Intentó no abandonarse a la nostalgia y mantener la mente despejada, tal como le había indicado el profesor. Lo que menos debía hacer ahora, es dejarse ir por sentimientos de melancolía que no le iban aportar nada.

La tristeza, la angustia y el desconsuelo que la invadía, lo hizo un fuerte nudo y se lo tragó, que anidó en la boca del estómago, provocando sensación de vacío.

Pegó en el timbre, ya que ese mismo día cuándo había vuelto de la madriguera, había abandonado su bolsa de viaje a toda prisa, deseando ir en busca del profesor y había olvidado coger las llaves. Podía aparecerse dentro de casa, pero temía que sus padres sufrieran un infarto.

Su madre abrió la puerta de la casa, el aroma de la cena golpeó sus fosas nasales.

-Buenas noches, mamá- saludó en un tono lúgubre que no pudo evitar.

-Llegas tarde.- regañó con cariño.

Hermione entró en el vestíbulo de su casa, cerrando la puerta a su espalda. Besó a su madre en las mejillas como siempre, pero se dejó llevar y la abrazó con fuerza.

Su madre le correspondió el abrazo, envolviéndola con ternura, como sólo una madre sabe abrazar.

Hermione sintió las lágrimas agolpándose en sus ojos, pero no las dejó en libertad.

-¿Te ha pasado algo?- intuyó su madre.- Te encuentro extraña.

-Nada mamá... sólo que te quiero mucho.- declaró.

Jean frunció el ceño, sospechando que su hija no decía del todo la verdad. Hermione siempre había sido muy cariñosa con sus padres, eso no le extrañaba, era el aura que desprendía su pequeña. Podía sentir que algo no iba del todo bien.

Ella sabía que las cosas en mundo mágico andaban revueltas últimamente, aunque su hija evitara preocuparla y le contara lo justo, había leído a escondidas esos periódicos extraños en el que estaba suscrita su hija.

Y eso la preocupaba, sabía quién era el mejor amigo de su hija y aunque le tuviera mucho cariño al muchacho, eso ponía a su hija en el centro del huracán.

-¿Le ha pasado algo a Harry?- preguntó tanteando el ánimo de su hija.

El rostro de Hermione se ensombreció, pero se apresuró a fingir una gran sonrisa que su madre no creyó.

-No ha pasado nada mamá... él está bien.- intentó tranquilizarla.

-Sabes que puedes contar conmigo... ¿verdad?

Esta vez la sonrisa de Hermione era sincera.

-Lo sé mamá...

Jane depositó un beso maternal en la frente de su hija.

Te esperaré en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora