Cap 5. Salir del fuego para caer en las brasas.

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Aún no me puedo creer que haya cogido una pluma y esté escribiéndote esta carta. Aún recuerdo tus ojos del color de la miel cuando me la entregaste, cuando insististe que la leyese... y cómo puedes ver, lo hice.

Leerla me hizo feliz, pero hay algo que debes entender, lo nuestro no puede ser, es un sueño que se quedará por realizar, por pensar.

Cap 5. Salir del fuego para caer en las brasas.

Abrió los ojos con pesadez, pero sólo un blanco centelleante inundaba su visión, cegada. Parpadeó varias veces y comenzaron a formarse chispas de colores, saltando de un lado a otro, traviesos, dejando una estela de color por dónde pasaban.

Alzó su brazo derecho y pudo frotarse los ojos con fuerza y comenzó a ver en amarillo, rojo, verde...

Su visión nublada fue despejándose, comenzó a ver borroso, pero poco a poco se fue ajustando, como la lente de una cámara al enfocar, hasta que el mundo volvió a ver otra vez nítido.

Contempló un momento aquel desconocido techo, pintado de blanco, pero ya con algunos desconchones y manchas de humedad. Por algunos sitios la pintura había hecho una enorme pompa, con la amenaza de desconcharse y desprenderse.

¿Qué hacía ella allí? ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba tumbada en el suelo? Ese no era el techo de su cuarto... Se incorporó un poco, aún desorientada, con náuseas, similar a una terrible mañana de resaca.

Entonces todo lo vivido acudió a su mente como una bofetada. Aquello parecía una ilusión, un dulce sueño que se había torcido hasta convertirse en pesadilla. Hermione bajó la vista hasta su brazo izquierdo, girándolo para poder verse el antebrazo y allí estaba... oscura, nítida y hosca.

Había sido marcada como ganado, había aceptado un trato con la peor de las criaturas y su brazo era testigo de ello.

Entonces aquel terrible silencio la escamó. Contempló la ventana rota, pero ya no estaba allí aquella asquerosa mortífaga.

-Profesor...- susurró temiendo lo peor. Había perdido el conocimiento cuándo Lord Voldemort la había hecho suya, pero no tenía idea qué había ocurrido después, ni cuánto tiempo llevaba allí sin sentido.

Se puso en pie como un resorte, girando el cuerpo, buscando al profesor con desesperación.

No andaba muy lejos. El profesor Snape estaba tirado en el suelo, inconsciente.

-PROFESOR.- gritó la muchacha a viva voz al contemplar en el estado que se encontraba. Parecía un viejo muñeco de trapo que lo hubieran lanzado a un perro rabioso para que se desahogara.

Estaba tumbado bocarriba, pero su rostro estaba completamente cubierto de sangre coagulada, reseca, oscura y densa. Su camisa inmaculada, estaba teñida de rojo. En su pecho, podía verse varios cortes por el que había emanado bastante sangre, ya que había formado un escandaloso charco, sobre el que estaba tumbado el hombre.

Se abalanzó sobre el hombre, temiendo lo peor, pero el hombre tenía pulso y respiraba con pesadez. Las ventanillas de la nariz las tenía obstruidas por la sangre, así que respiraba por la boca.

-¡PROFESOR!- Gritó Hermione mientras tocaba con delicadeza su rostro, sin saber muy bien qué hacer.- ¡PROFESOR QUÉ TE HAN HECHO!

-¡Joder Granger, no me grite!- fue lo primero que dijo el profesor cuándo abrió los ojos.

Hermione iba abrazarlo, aliviada que no estuviera muerto, que se encontrara lo suficientemente bien para soltarle semejante bordería, pero una mueca de dolor del profesor la contuvo.

-¡Joder!- exclamó el profesor como un mantra varias veces. Entonces Hermione pudo ver la mano izquierda de su profesor, la del brazo que contenía su marca tenebrosa. Los dedos estaban retorcidos, algunos en posiciones completamente antinaturales.

Te esperaré en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora