Cap 2. Retorciendo el destino.

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Su recuerdo me acompaña a donde quiera que vaya, el mundo creo que me grita sobre usted, empujándome en su dirección, empujándome amarle más cada día. Está en cada canción que suena en la radio, en el reflejo del lago, en la luz de las estrellas.

Y todos me gritan su nombre, el nombre de la persona que quiero con toda mi alma.

Cap 2. Retorciendo el destino.

Hermione Granger apoyó su mejilla sobre la palma de su mano. Desprendía un aura melancólico mientras no dejaba de suspirar una y otra vez, mientras mascaba aquella galleta con aburrimiento.

Hacía ya tres semanas que habían comenzado las esperadas vacaciones de verano, pero no estaba contenta y apenas podía disimularlo.

Las vacaciones significaban que no vería al profesor en unos meses y eso le producía una ansiedad en el corazón.

Si no hubiera ocurrido nada durante el transcurso del curso, hubiera podido tomar la oportunidad de no verle como un intento de al fin olvidarle, de alejarle por fin de sus pensamientos y quizás era lo más sensato. Olvidarle, relegar su recuerdo al olvido, a la oscuridad de su mente, encerrarle en un baúl con todas sus palabras de amor dichas al viento y tirar la llave.

Pero aquel beso... aquel ardiente beso había removido todo su interior. Sólo el recuerdo evocaba el sabor del profesor, como si hubiera grabado con sus labios a fuego su paso por ellos, como si su cuerpo se resistiera a olvidarlo, reteniendo aquella calidez prendiendo su interior.

Aún no podía creer que hubiera pasado, aún no podía creer que el temible Severus Snape la hubiera besado de una forma tan ardiente, un beso de adultos, fogoso, demandante. Un beso que sólo evocarlo la sofocaba.

Y después de aquello, las circunstancias no fueron las más propicias para volver a buscarle, escribirle o hablar con él. Las circunstancias la atropellaron, no es que se quejara, lo que había pasado era muy grave y ella siempre estaría para sus amigos.

Pero le hubiera gustado enfrentarlo, hablar con él, pedir una explicación razonable a lo que había pasado.

No vuelva acercarse a mí.

Estaba bien claro que no iba a cumplirlo.

Volvió a suspirar después de tragar su último trozo de galleta.

Harry Potter bajó el periódico el profeta, girándose a su amiga. Aquella mañana se había levantado de mejor ánimos. Harry necesitaba respaldo de sus amigos y el calor de un verdadero hogar, así que pasaría el verano con los Weasley en la madriguera. Ella había ido a pasar unos días con ellos.

-¿Te ocurre algo?- Quiso saber el muchacho- Desde que has llegado no paras de suspirar...

-Tengo mucho calor- Se limitó a contestar ella. Y no era mentira, cada vez que pensaba en el beso de Snape le daba un sofocón y las hormonas adolescentes se ponían en pie de guerra.

Ginny llegó al salón vistiendo un precioso bikini de color turquesa. Harry comenzó a notar de pronto ese extraño calor del que se quejaba su amiga.

-¿Qué hacéis ahí sentados? Mi padre está terminando de llenar de agua la alberca... ¡Poneros ya el bañador, vamos!- exclamó alegre, dando golpes con las palmas de las manos, alentándolos que se dieran prisa.

Hermione no pudo disimular una leve sonrisa cuando contempló el rostro de cordero enamorado de Harry, que se había levantado del sillón sin pérdida de tiempo.

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El mundo estaba diluido en un filtro azulado verdoso que deformaba las proporciones de la realidad. Los sonidos eran graves y sordos, como si estuvieran perdidos en la distancia.

Te esperaré en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora