Cap 8. Hijo de Caín.

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A veces desearía que ese hombre que describes en tus cartas, realmente existiera, que viviera dentro de mí.

Pero eso es imposible, porque estoy desierto por dentro, soy una cáscara hueca, una figura de yeso que no contiene nada en su interior, sólo vacío eterno.

Estaría bien que tú llenaras ese hueco, que volcaras esa luz que te acompaña, que te envuelve, que de alguna forma pudieras traspasármela. Que pudieras iluminar mi camino sombrío en el que me quemo, me desmorono, me carbonizo.

Pero mi destino es éste, agonizar en las tinieblas mientras codicio la luz de tu mirada sea alguna vez para mí.

Cap 8. Hijo de Caín.

Hermione contempló cómo el profesor se pasaba por encima de los labios el dedo índice despreocupadamente, para desprender unas miguitas de pan que se le habían quedado adheridas.

Hermione estudiaba con verdadero fervor esos labios finos un tanto inflamados ahora. No los tenía muy bien perfilados pero eran de un precioso rosa pálido.

Y esos labios, esa boca que ahora usaba para almorzar, la había usado un poco antes para...

Hermione sintió cómo toda la sangre se concentraba en sus mejillas y bajaba de repente como una montaña rusa por su columna vertebral, hasta concentrarse en el mismo punto que Snape le había prestado atención antes. Aún se sentía un poco mareada, pero no sabía si era por el sobreesfuerzo mental que había sufrido durante toda la mañana o por el tremendo cunnilingus que le había hecho el profesor.

Aún le vibraban las piernas y sólo de recordarlo sentía perder el control de su cuerpo.

Pero él permanecía tranquilo, impasible después de lo que había hecho. Estaba sentado a su lado, devorando su almuerzo como si nada.

Hermione le pegó un leve mordisco a su sándwich de jamón. No tenía mucha hambre en realidad.

Resopló, cansada.

-Debes comer aunque sientas que tienes el estómago cerrado. Te vendrá bien.- dijo el hombre cómo si supiera qué estaba pensando, mientras bebía su café.

Hermione sintió deseos de abandonar inmediatamente lo que estaba pensando. Desde que había entrado en esa casa, era como si hubiera dejado el raciocinio en la entrada, dentro de sus zapatos y dejara que sus hormonas en ebullición la gobernaran.

No podía negar que aquel misterioso hombre la volvía loca y desde que le sentía como algo suyo las cosas iban cada vez a peor.

Si no hubieran sido interrumpidos, Snape y ella...

Tenía que pensar en otra cosa por el bien de ambos. Estaban con el agua hasta el cuello para que ella se la dedicara en pensar en placeres mundanos, la vida se le había ido al traste para que su mente sólo fuera ocupada por sexualidad acumulada.

Tenía que pensar en otra cosa, tenía que alejar esos pensamientos obsesivos de su cabeza.

-¿Te alimentas a base de sándwiches y café? Ahora entiendo por qué siempre vienes después del verano al colegio más demacrado y delgado.

Snape no llegó a beber de su taza, sino que la sostuvo un momento en el aire y la bajó hasta la mesa, despacio.

No podía creer que ella se hubiera percatado de eso, no podía creer que ella se hubiera dado cuenta. ¿Desde cuándo esa chiquilla le observaba? ¿Desde cuándo se había interesado por él? ¿Desde cuándo le prestaba atención?

Se sintió incómodo.

Su juventud hizo que no quisiera saber esa respuesta.

-Si te soy sincero, mi alimentación no es algo que me preocupe, pero ahora que estás viviendo aquí, cocinaré y nos cuidaremos. Después de todo, eres una mocosa en edad de crecer.- dijo en un tono áspero, claramente buscando pelea.

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⏰ Última actualización: Jun 23, 2020 ⏰

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