VIII

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Soltó un bostezo. Si no fuera por los hombres que seguían tomando café podría estar camino a casa. Miró a su compañera, esta sólo miraba la caja como deseando morir pronto. Por culpa de esos dos sujetos casi toda la semana habían cerrado tarde. Eran hombres de negocio por lo que discutían horas temas que sólo le incumbian a ellos. Apoyó su cabeza en el brazo ajeno, sentía demasiado sueño. No había dormido mucho. Todo por culpa de la pingüina humana y sus mensajes de texto. Tembló un poco al recordarlos. Cómo una chica que se veía tan "normal" podía escribir cosas de ese tipo. Soltó un suspiro. Nunca iba a comprender a su mayor.

Miró el suelo bostezando, quería ir a casa a dormir por cien horas. Su vista se desvió hacía los dos hombres, a simple vista se podía dar cuenta de que no se irían tan pronto como ella lo quería. Tzuyu la alejó un poco, para poder estirarse. Sus huesos sonaron e hizo una broma por eso. Ambas rieron por lo bajo, no querían interrumpir a los últimos clientes.

La campanita que indicaba que había llegado un nuevo cliente sonó, las dos chicas se quejaron débilmente. Chaeyoung se dirigió al lugar donde una persona con capucha esperaba ser atendida al tiempo que miraba la carta de postres y bebestibles. Puso una sonrisa en el rostro mientras sacaba la libreta en la que anotaba los pedidos y luego hizo acto de presencia aclarando la garganta.

-- Buenas noches-- la persona no la miró-- Ahm... ¿Qué desea servirse?

Con un sonido de duda el nuevo cliente la miró y sólo en ese momento se dio cuenta de que era Mina. Ambas hicieron un ruidito al darse cuenta de que estaban frente a frente. Por lo que se podía ver ninguna de las dos se esperaba ese encuentro. Una sonrisa se instaló en el rostro de la extranjera quien se apoyó en la mesa.

La menor parpadeó un par de veces antes de pronunciar el nombre de la otra para recibir un "Hola" por parte de ella. Chaeyoung soltó un suspiro, rezaba porque su Unnie no hiciera nada raro en su lugar de trabajo. Se rascó la nuca un poco inquieta, qué hacía esa chica a esa hora en la calle.

-- ¿No vas a atenderme Chaeyoungie?-- preguntó sonriendo, su voz saliendo como una suave melodía.

-- ¿Qué haces aquí?-- la menor colocó una silla junto a la otra chica y se sentó de manera algo torpe.

-- Quería tomar un café-- respondió con simpleza elevando los hombros sin mirar a la coreana-- Si hubiera tenido conocimiento de que estabas aquí no hubiera venido.

-- No hubieras venido-- repitió en tono de pregunta. Bajó la vista un poco, de alguna manera la respuesta no le gustaba. ¿Acaso luego de lo que había pasado en casa de Nayeon ya no quería verla?

-- Exacto-- Mina la miró sólo cinco segundos.

-- ¿Por qué?-- la chica juntó sus manos jugando con sus dedos.

-- Porque si te veía se me iba a antojar otro postre-- Mina sonrió inocentemente-- Y no puedo comerlo en público.

-- ¿Eh?

La mayor iba a responder pero la sombra de alguien más se puso sobre sus cabezas. Ambas chicas se giraron y encontraron a Tzuyu detrás de ellas mirandolas con los brazos cruzados mientras sostenía una servilleta entre sus manos. Chaeyoung dio un salto por el susto lo que provocó risas de su menor.

-- Lamento interrumpir pero uno de los hombres manda esto-- la chica extendió la servilleta hacia la japonesa quien la miró con desinterés.

-- No me importa-- dijo cortante-- Sea lo que sea que tenga que decir podría decirmelo a la cara, se ve que ambos son hombres maduros por lo que es impropio de ellos que lo hagan de esta manera.

-- ¡Mina Unnie!-- Chaeyoung la miró frunciendo el ceño-- Son hombres de negocios, no puedes hablar así de ellos.

-- Peor aún, como van a hacer negocios si ni siquiera son capaces de acercarse a una joven para poder hablar.

Lili Fever [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora