¿Cómo puedo decírselo? La he llamado para que venga a casa. No quiero hablar de esto por teléfono. Pero tarde o temprano tengo que decírselo. La oigo llegar y al segundo siguiente la noto entre mis brazos. Sin pensarlo dos veces la abrazo. No lo sabía, pero necesitaba esto.
-¿De qué va todo esto, Daniel? -Pregunta en mis brazos. Su voz suena inocente y hace que me cueste más hablar.-
-Elia... En unos minutos me voy. Me marcho de la ciudad. -Digo en voz baja, como si eso hiciera que las posibilidades de que no sea verdad aumenten.-
-¿Pero qué estás diciendo? No entiendo nada, Dan...
No me doy cuenta de que el tipo que me trajo del teatro a casa ha salido al patio donde estamos. Oigo su voz pero soy incapaz de dejar de mirar a Elia. Presto atención a sus palabras. Dicen que me tengo que ir ya, y me arrepiento de haberlas escuchado. Quizá si no lo hubiera hecho, ese tipo se habría cansado de esperar, se llevaría a toda esa gente y me dejaría con mi aburrida vida normal. Pero eso no va a pasar. Sé que me espera y que si le hago esperar demasiado vendrá a por mí y me llevará sin dejar que me despida. Al menos no se ha quejado de que Elia esté aquí.
Elia... No debe de estar entendiendo nada. Aparto mis pensamientos para fijarme en ella. Me sorprendo al ver que me mira fijamente con los ojos llenos de lágrimas.
-Tengo que irme.
-¿Pero por qué? ¿Te has enfadado porque no te he acompañado a la prueba esta mañana? Podemos hablarlo, pero no te vayas. -Su voz suena inocente y las lágrimas empiezan a resbalar por sus mejillas. Noto un fuerte dolor en el pecho.-
-No es por eso. Esta mañana en la prueba... -Cojo aire.- Bueno, al director le gusté mucho, hizo un par de llamadas y en poco tiempo un cazatalentos estaba allí, escuchándome cantar. Le encanté. Dice que tengo futuro como cantante profesional. A mis padres les encanta la idea. Y a mí también... Pero eso significa que tengo que irme de aquí por un tiempo.
Elia escucha en silencio. Cuando acabo de hablar, entiende que me voy de verdad y rompe a llorar. La abrazo y refugio en mis brazos. Sé que eso no cambia nada de lo que va a pasar, pero ahora es lo máximo que puedo hacer. Su llanto queda ahogado en mi pecho y sé que en el futuro me torturará muchas noches.
-Elia, ¿entiendes esto, verdad? Me voy porque tengo un futuro. Pero te prometo que volveré lo antes posible.
-Levanta la mirada y la dirige a mí. Su voz se quiebra nada más empezar a hablar, pero hace un esfuerzo por sonar firme.- ¿Cómo puedes decirme que si lo entiendo? Hace menos de 5 minutos que me entero de todo esto, que te vas de repente a saber por cuánto tiempo, ¿y quieres que lo entienda? Pues no, no lo entiendo. Lo siento. Y no quiero que me prometas nada si no vas a cumplirlo.
Se separa de mí, sin dejar de mirarme. Quería creer que no se enfadaría. Me había convencido de que se lo tomaría bien. Aunque después de oírla me doy cuenta que tiene razón. Es imposible que lo entienda, porque ni yo mismo lo hago.
Antes de que pueda dar más explicaciones, el tipo de antes vuelve y a la fuerza me lleva dentro de casa, y segundos después al coche negro de lunas tintadas que me espera a la puerta. La gente que espera fuera grita más al verme salir. Muchas son chicas de mi edad y a algunas las conozco de vista. Y ahora todas ellas, junto a más gente, gritan mi nombre, me dicen piropos y presumen de conocerme.
Una vez en el coche miro por la ventanilla hacia el patio. Elia sigue allí de pie, mirándome como si esperase que todo esto fuera mentira y volviera con ella para pedirla perdón por esta broma pesada. Pero no es así. El coche arranca y la casa queda atrás.
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Entre el cielo y la tierra.
Romansa"¿Por qué tiene que ser tan difícil?" se pregunta todos los días. Y es que nunca pensó que teniendo todo lo que podía imaginar se sentiría más vacío que nunca. A veces se puede tener todo y nada a la vez. Y la mayoría de las veces es demasiado tarde...