Cuando el sol ya se cuela por mi ventana y me da en la cara, abro un ojo y miro el reloj. Las 10:27. Buena hora para levantarse un sábado. Un sábado... ¡Es sábado! Me incorporo en la cama y compruebo en el móvil que efectivamente es sábado. Daniel estaría ya en la prueba desde hace horas. Y yo dormida sin darme cuenta. Todos los días anteriores ha estado repitiendo continuamente las ganas que tenía de que llegara este día y recordándome especialmente a mí la hora de la audición y ahora que por fin ha llegado me he quedado dormida... Debe odiarme por esto. ¿Qué clase de amiga soy? Rápidamente me visto y cojo una manzana para el camino.
Me sé la dirección del teatro de memoria. Daniel no dejaba de repetirlo junto a la ropa que llevaría hoy y la cantidad de horas que ha ensayado. De camino paso por una calle paralela a la calle de su casa. Se oye un pequeño alboroto a lo lejos. Pasar por aquí me hace pensar más en Daniel, y la sensación de culpa que me revuelve por dentro me obliga a acelerar el paso.
En escasos minutos llego a la puerta del teatro. Pero allí no hay nadie. Qué extraño. Miro el reloj. Las 10:41. ¿Puede ser que ya haya acabado todo? Justo en el momento en que saco el móvil para comprobar si tengo algún mensaje, recibo una llamada. Es Daniel. Seguro que está enfadado...
-¿Elia?
-Daniel, ¿dónde estás? ¿Cómo ha ido todo? Estoy en el teatro pero no te encuentr...
-Elia, ahora no puedo hablar. Ven a mi casa por la entrada de atrás. Es importante. Por favor, no tardes.
E inmediatamente cuelga. Me quedo mirando la pantalla, en la que el "llamada finalizada" luce intensamente como recalcando que me acaba de colgar. Logro reaccionar, guardo el móvil y echo a correr hacia su casa. ¿Habrá ocurrido algo? Quizá por eso se oía ruido cerca de su casa. Pero, ¿por qué tengo que ir por la puerta de atrás? Preguntándome no encontraré la respuesta y Daniel me necesita, no puedo volver a fallarle.
Al llegar a su casa la lista de preguntas se hace todavía más larga. Cuando llego para tomar el atajo para entrar por detrás lo veo todo. Toda esa gente a la puerta de su casa, gritando cosas que no logro entender. Porque mi cabeza ya no está allí. Mi cabeza está donde acaba mi mirada. En la ventana de su habitación que ahora está cubierta con la cortina como el resto de ventanas de la casa. Probablemente la gente no ve nada extraño, pero yo sé que Daniel nunca cubre la ventana. No soporta que la luz del día no entre por su ventana. Puede que no sea nada importante, pero algo me dice que si está cubierta es porque algo está pasando.
Antes de darme cuenta mis piernas ya están corriendo hacia la parte de atrás de la casa. Por suerte, nadie se fija en mí. Y nadie que no sepa dónde buscar conoce esta entrada. Al llegar, Daniel está esperando en una silla, con las manos en la cabeza y ésta entre las piernas. Me oye llegar y rápidamente se pone en pie. Toda esa gente frente a su casa hace que me preocupe y en cuanto nuestras miradas se cruzan me tiro a sus brazos y él me acoge como si estuviera allí esperando este momento.
-¿De qué va todo esto, Dan? -Pregunto aún escondida en su pecho.-
-Elia... En unos minutos me voy. Me marcho de la ciudad. -Su voz se va apagando poco a poco, hasta convertirse en un susurro.-
-¿Pero qué estás diciendo? No entiendo nada, Daniel...
En ese momento un hombre con traje y corbata pide a Dan que entre con él. "Tu coche está listo" dice y se va, sin esperar respuesta de ninguno. Sigo sin entender nada. Los ojos de Daniel no se apartan de los míos, pero no me transmiten esa seguridad característica en él. Puedo notar que a partir de ahora nada va a ser igual.
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Entre el cielo y la tierra.
Romantizm"¿Por qué tiene que ser tan difícil?" se pregunta todos los días. Y es que nunca pensó que teniendo todo lo que podía imaginar se sentiría más vacío que nunca. A veces se puede tener todo y nada a la vez. Y la mayoría de las veces es demasiado tarde...