«El afán de perfección hace a algunas personas totalmente insoportables».
Pearl S. Buck
Narra Elizabeth:
¡Se supone que debería haber entrado con aires de triunfo al instituto! Sin embargo, lejos de eso, he llegado tarde y nadie me ha prestado atención.
¡Agh! ¡Todo es culpa de Martin! Si no hubiera hecho caso a mi capricho de pasar por Starbucks para comprar mi frapuccino favorito, el «Sexagintuple Vanilla Bean», no me sentiría tan desvalorizada en este momento.
De repente, la voz de Amy me trae a la realidad. ¡Genial! Mi mejor amiga me recuerda que estamos en la aburrida clase de Arte, dirigida por la señorita Kaltenmeier.
- Sabes que odio interrumpirte, pero... - siempre que Amy dice «pero» significa que me pedirá un favor, cosa que detesto demasiado – Necesito el pincel que tienes y no estás usando, por favor.
- ¿En serio estás prestando atención a esta clase? – me mofo de ella – Aquí tienes, no lo ocuparé ahora.
- ¡Gracias, Lizzie! – dice soplándome un beso – Y te daré un pequeño consejo: debes prestar más atención a la señorita Kaltenmeier, quizás ella te ayude con el tema de las elecciones. Escuché que fue reina del baile...
- En la edad de piedra. No me molestes, Amy... O te quitaré el pincel. – le advierto irritada y rueda los ojos. Odio que me digan lo que tengo que hacer.
Como si la llamáramos mentalmente, la profesora llega hacia nosotras y, acto seguido, comienza a examinar nuestras pinturas. Sólo espero que le guste mi concepto de arte abstracto, acompañado de algunos símbolos de dólares y euros, ya que amo el dinero.
- ¿Y esto es...? – inquiere la aludida con cierto rechazo. ¡Esta mujer no entiende el arte!
- Una obra maestra. Todos pagarían por verla en una galería. – le respondo segura de mi talento.
- Quizás si estuviéramos en el mundo del revés, estaría de acuerdo con tus palabras, Reece. – dice arrogantemente – Tu arte refleja el vacío de tu alma. ¿No tienes otras pasiones? Quiero decir, ¿realmente consideras al dinero como el centro de tu vida?
- Ajá. – me limito a responder – Amo el dinero y no cambiaré mi concepto de arte.
- Elizabeth... - musita Amy codeándome con disimulo – No le contestes a la profesora, puedes meterte en problemas...
- No hace falta que la sermonees, Tate. – le advierte ésta para volver a dirigirse a mí – Mejor cambia ese concepto o reprobarás mi materia, Reece.
- ¡¿Cambiar mi concepto?! – exclamo levantándome de mi lugar, atrayendo la vista de todos los presentes. ¡Por lo menos, finalmente tengo la atención que me corresponde!
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Al borde del abismo
Teen Fiction"Elizabeth Reece se considera a sí misma como la perfección, pues lo tiene todo y nada le puede faltar. Siendo multimillonaria y popular, es la joven más envidiada de su instituto. Todos quieren parecerse a ella. En cambio, Thomas Stevenson es todo...