Ya era de noche. La quietud en la gran casa de Yuri era sobrecogedora. Una densa nube de profunda tensión se cernía sobre las paredes haciendo que el corazón se oprimiera.
Mañana era el gran día. La reunión con la manada de Jean. No. Con el líder Jean Jaques Leroy, el ejecuto de Victor.
Yuri podía sentir la presión, la urgencia de encontrar una solución para salvar a Victor, pero que aún no tenía. Con cada minuto que pasaba sentía más presión, kilos de cemento cayendo sobre sus hombros, hundiéndolo, la pesadez infinita de saber que había sido soberbio, que había hablado demás.
Hasta su pecho se sentía oprimido. Sabía que un día llegaría el momento que como líder no podría cumplir su palabra, que podía llegar a cometer un error...
Sin embargo, también sabía que no se daría por vencido.
Aunque su cabeza explotara de dolor y cansancio, aunque su pecho se oprimiera de terror y sus hombros se sintieran como plomo, él seguiría buscando, leyendo documentos, revisando leyes ancestrales para encontrar alguna solución. Algún milagro.
La cena fue silenciosa, ninguno de los dos pronunció palabra. Yuri estaba demasiado ensimismado, repasando en su mente todo lo que había leído, buscando algún resquicio que lo ayudara, mientras que Victor estaba en su propio mundo.
En sus propios temores. Para él, mañana también era un gran día, mucho más que para Yuri.
Mañana se definiría su destino.
Definiría si podía seguir viviendo o perder todo lo que había ganado en esos pocos días; y eso lo aterraba más de lo que quería reconocer.
Bien, si era sincero, lo aterraba hasta los huesos.
Ese rayito de sol, de vida, aquél que se abrió paso en su abrumante oscuridad, era tan esperanzador como terrible. Sobre todo porque lo podían tapar con un dedo.
El dedo de Jean.
Metido en la cama, con el cuerpo tibio de Yuri a su lado, dejó que su suave fragancia calmara un poco su ansiedad, que le entregara un poco más de esa luz traicionera, antes de perderla. Quería aferrarse con todo lo que tenía a ese efímero momento, a esos minutos, segundos, donde Jean aún no lo alcanzaba para arrebatarle todo, en donde solo eran él y Yuri.
Si tan solo pudiera tocarlo...
Una sonrisa amarga cruzó su rostro. Quien hubiera pensado que él, un alfa curtido por el exilio y la soledad, se vería mendigando por un toque, por cariño antes de enfrentarse a su pasado, a la consecuencia de sus actos.
Tragando duro al verse en tan patética situación, se obligó a permanecer fuerte, a recrearse solo con el recuerdo de sus brazos alrededor del pequeño cuerpo de Yuri en esa tarde de invierno, ellos dos solos como una pareja cualquiera en su primera cita. El calor que transmitía, la paz que lo llenó y que poco a poco tranquilizó su agitado corazón.
Un corazón que había sido cegado por la oscuridad, pero que ahora comenzaba a liberarse de sus antiguas cadenas.
Antes de que se diera cuenta, se quedó dormido.
Un pequeño, imperceptible movimiento. El sonido de un papel cortando el aire. Una titilante luz apenas iluminado el espacio.
Cosas mínimas e insignificantes, pero suficientes para despertar a Victor y sacarlo del mundo de los sueños. Por un segundo se sintió perdido, sus ojos se abrieron como linternas y sus músculos se tensaron listos para asestar un golpe, tal como lo hacía cuando vivía solo en las montañas, pero tan pronto se dio vuelta y vio el rostro de Yuri, se detuvo, sus músculos destensándose, el puño que tenía bajo las mantas desapareciendo.
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Mi Príncipe Omega [Victuri/Yuri On Ice!]
FanfictionSer el líder de una manada no es tarea fácil. Yuri lo sabe. Pero ser un Omega y Líder era aún peor. Ahora que ha llegado un intruso a su territorio las cosas se vuelven aún más caóticas. Él es un cambiaformas. Un lobo. ¿Qué sucederá cuando Yuri se...