Caía la tarde. Justo cuando el sol se ponía tras las viejas piedras del santuario, Manigoldo comenzó a descender desde su templo con dirección a Rodorio, el pueblo cercano. Había recibido una invitación de Aldebarán, siempre dispuesto a alegrar las noches con alcohol y cuentos que solamente tenían gracia acompañados por una buena dosis de vino.
El santuario había estado quieto aquellos días, y eran esas las ocasiones que algunos aprovechaban, a veces con permiso y otras sin él, para escaparse de sus obligaciones y disfrutar de lo que tenía para ofrecer la villa. Esta vez Manigoldo no vestía su armadura, y el viento le alborotaba el pelo aún más que de costumbre. Sonrió mientras recorría a grandes zancadas el camino que lo llevaba hacia abajo.
Al llegar al pueblo se dirigió al bar al que había sido citado. Le extrañaba que fuera un lugar diferente al que siempre solían visitar, pero sabía que eso era lo menos importante. Abrió la puerta y entró, con una enorme sonrisa de anticipación por la noche de diversión que le esperaba.
Pero para su sorpresa no había nadie en el lugar más que el encargado junto al mostrador. Lo que había esperado que fuera una fiesta parecía más bien un funeral. La sonrisa se fue borrando de a poco, mientras que su puño se cerraba. Seguramente aquello era una broma del toro, de las que se jugaban de tanto en tanto. Era divertido hacer caer a Aldebarán, pero odiaba cuando el otro conseguía engañarlo.
―¡Ese hijo de...!
―¿Manigoldo? ―lo interrumpió una voz suave.
Manigoldo quedó tan confundido por lo que acababa de oír que creyó que se trataba de su imaginación. Pero en ese momento alguien se asomó de entre las sombras de la esquina del local. Tenía los brazos cruzados, y miraba hacia el suelo, con evidente incomodidad. Aún entre las sombras se apreciaba su belleza, que superaba fácilmente a la de cualquier otro que hubiera visto antes. Por un momento lo odió. Aquella era la persona a quien más deseaba borrar de su mente, y allí estaba, parado frente a él.
―Albafica.
Albafica tampoco llevaba armadura, y esa debía de ser una de las pocas veces en que lo había visto así en mucho tiempo. Parecía tan confundido como él respecto a qué estaba haciendo allí.
―Vine en lugar de Aldebarán. Dijo que tenían un asunto muy importante para tratar hoy, pero que no podría llegar a tiempo, así que me pidió que viniera en su lugar ―dijo Albafica, mirándolo por el rabillo del ojo.
―¿Qué? ―preguntó Manigoldo, desconcertado. Sabía bien que no había ningún asunto a discutir más que cuál de los vinos que se ofrecían en el pueblo era el mejor.
―No tengo tiempo de perder. Aldebarán dijo que era importante. Así que espero que lo sea.
―¿Aldeberán te dijo...? ¿Qué te dijo?
―¿Es una broma? Dijo que tú sabrías. Y me dio esto para ti ―susurró el pisciano extendiendo su brazo, ofreciendo un pedazo de papel.
Manigoldo se acercó un poco a Albafica, que retrocedió unos pasos al tiempo que estiraba más la mano. El canceriano tomó el papel de la mano de su compañero, y por un instante sintió el roce de sus dedos. La piel era suave como un pétalo. Se le puso la piel de gallina.
Albafica volvió a cruzarse de brazos y dio unos pasos más hacia atrás. Miró hacia el costado como buscando un lugar al que escapar, visiblemente molesto. Manigoldo abrió el papel que estaba toscamente sellado con cera de vela y leyó el contenido:
¿Recuerdas la semana pasada, cuando tomamos aquella maravillosa botella de vino que Sísifo trajo desde Italia y me hablaste sobre Piscis? Seguramente no lo recuerdas, ¡te falta resistencia al alcohol! Pero yo sí lo recuerdo.
![](https://img.wattpad.com/cover/205788468-288-k548291.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Oneshots BL de Saint Seiya (Lost Canvas+G+clásico)
FanfictionArchivo de los fics de Saint Seiya (LC, G, etc) que hice bajo mi username starsdust. Cada parte es una historia autoconclusiva. Muchas contienen romance BL, pero no todas. Parejas y/o personajes en el título de cada oneshot. Mis favoritos son Acuari...