2010: Insomnio (Dégel/Kardia)

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Aunque la noche resguardaba en su seno a un santuario dormía, en el templo de Escorpio Kardia llevaba horas despierto. Eran tiempos de paz. En Grecia, las noches de verano llegaban trayendo consigo el aroma y el frescor del mar.

La brisa de las islas del Egeo atravesó la octava casa desarreglando la ya alborotada melena de Kardia y luego siguió su recorrido hacia arriba, hasta apagar la luz de la vela con la que Dégel intentaba iluminarse para leer en el templo de Acuario. En la oscuridad de la biblioteca, Dégel suspiró con resignación. Cerró el libro y fue hacia la ventana, que venía ejerciendo una extraña fascinación sobre él esa noche. Él tampoco podía dormir.

Se asomó por la abertura para apreciar el panorama, y en un descuido sus lentes se deslizaron por su nariz escapando de su alcance tan rápido que su mente distraída no fue capaz de reaccionar a tiempo para evitar la caída.

Sin demasiado ánimo bajó a buscarlos, y para encontrarlos tuvo que escarbar en el colchón de nieve que él mismo había creado para evitar que se rompieran. Los examinó y pudo comprobar que estaban intactos.

Se disponía a volver adentro cuando se descubrió a sí mismo viendo hacia atrás. Los dueños de los templos anteriores, Capricornio y Sagitario, estaban en una misión. Más allá estaba Escorpio, lugar al que su mente volvía inevitablemente una y otra vez. Así fue como poco después de prometerse despejar sus pensamientos y volver a su estudio, se encontró yendo escaleras abajo. Solamente quería corroborar una cosa, y luego podría dormir.

La idea era adentrarse en el templo del Escorpión Celeste, pasando desapercibido a través de él hasta llegar adonde estuviera Kardia. Algo en que era definitivamente talentoso era en el arte del sigilo. Llevaba además puesta una capa que lo ayudaba a mimetizarse con las sombras de las antiguas edificaciones.

Creyó haber tenido éxito en su empresa. El templo estaba hundido en la oscuridad y el silencio. Por eso, escuchar la voz de Kardia lo tomó por sorpresa. Llegaba desde algún lugar por encima de su cabeza, y la resonancia del templo hacía parecer que estuviera viniendo de diferentes direcciones a la vez.

―¿Dégel...? ¿Qué haces aquí? ―preguntaba.

Dégel miró hacia arriba con disimulo, intentando en vano ubicar al guardián.

―¿Todavía estás despierto?

El eco de una risa llovió dentro del templo, pero Dégel no perdió su compostura.

―¿Y tú me lo preguntas a mí?

Sintiéndose acorralado, Dégel improvisó una respuesta.

―Tenía que ocuparme de un asunto.

Hubo un momento de silencio en el que Dégel pudo palpar la curiosidad del otro en el aire, y finalmente creyó escuchar que Kardia se acercaba desde atrás. Volteó la cabeza con disimulo, pero no alcanzó a ver a nadie. Por el rabillo del ojo lo vio acercarse desde el lado opuesto con una rapidez que hubiera sorprendido a cualquiera.

―¿Qué tipo de asunto? ―preguntó Kardia, casi apoyando su boca contra la oreja del acuariano. Dégel permaneció serio y callado mientras pensaba en una respuesta adecuada, pero la paciencia de Kardia se agotó más rápido que el tiempo que le llevó decidirse por una―. Ah... ¿ves? No quieres contestar. Y sin embargo parece que te molestara que yo no quiera explicártelo todo. Eso no es muy justo de su parte, ¿no le parece? Me pregunto si no debería pedir algo más a cambio de contestar tus preguntas...

Molesto por la manera en que su espacio estaba siendo invadido, Dégel apartó a Kardia y habló sin hacer ningún esfuerzo por ocultar el fastidio en su voz.

Oneshots BL de Saint Seiya (Lost Canvas+G+clásico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora