2016: Ataxia (Dégel/Kardia)

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La misión de emergencia en Francia había dejado sus huellas en Dégel. Algunas eran más visibles que otras. Hacía un buen trabajo para disimularlo frente a otros, pero eso no era suficiente para engañarme. Probablemente él lo supiera también, y por eso llevaba un par de días evitándome. Debajo de su cuidadosa actitud de preparada tranquilidad, Dégel estaba librando una lucha consigo mismo.

Además de eso estaba el tema de los anteojos. Al parecer, como secuela de una pelea durante la misión, su vista había resultado dañada. En principio, Dégel dijo que no era importante y que la pérdida de visión era leve, pero cuando lo encontré en la biblioteca de Acuario, con la mirada fija durante largo rato en la misma página del libro que sostenía en sus manos, sin que siquiera se diera cuenta de que yo estaba observándolo, entendí que estaba mintiendo.

—No estás pudiendo leer eso, ¿verdad? —pregunté, sin hacer ningún tipo de preámbulo.

Él miró en dirección a mí y cerró el libro de inmediato.

—¿Kardia?

—¿Tienes planeado convertirte en un ermitaño como Asmita, o qué?

—Asmita no es... —comenzó a decir Dégel antes de detenerse en la mitad de la frase luego de decidir que no valía la pena continuar. Suspiró—. Tengo que conseguir cristales a medida. Los de estos anteojos ayudan un poco, pero no llegan a corregir el problema.

—¿Y aún así sigues insistiendo? Luego me criticas a mí.

Me acerqué a él y le quité el libro de las manos.

—Cuidado —advirtió él.

—No lo voy a romper —respondí, mientras echaba un vistazo al tomo—. Me estaba preguntando qué podría ser tan interesante de este libro como para que estés poniendo tanto empeño en intentar leerlo con los ojos en ese estado.

—Me había quedado en una parte interesante, y cerca del final.

—¿Quieres que te lo lea? —pregunté.

—No hace falta.

Dégel parecía incómodo. Siempre tenía problemas para aceptar ayuda de otros. Se adelantó para intentar recuperar el libro, aunque sin éxito. Mantenerlo fuera de su alcance fue más fácil de lo que imaginaba. Era dolorosamente evidente que no podía ver con claridad. Así no era nada divertido jugar con él.

—Entiendo que te moleste no poder hacerlo tú mismo, Dégel. Pero no seas tan terco.

—No es eso.

—No puedo soportar la idea de que sigas intentando leer cuando claramente no puedes. Me quedaré con tu libro hasta que busques otra solución. Si lo quieres, ya sabes dónde encontrarme.

Esperaba que me siguiera, pero no lo hizo más que con la mirada. Se veía cansado. Volví a Escorpio cargando con el libro, y al revisarlo con más cuidado encontré que tenía algunas páginas tenían ilustraciones, y que se veía menos serio de lo que hubiera imaginado. Al parecer en la historia había gigantes, o gente muy pequeña, una isla flotante, y un hombre que hablaba con caballos, entre otras cosas. Cerca del final encontré un marcador que señalaba la escena de una despedida junto a una playa. Luego empezaba algo sobre una travesía en el mar. En algún momento debí quedarme dormido.

Desperté sintiendo un escalofrío. La habitación estaba oscura, pero no necesitaba ver para saber que Dégel estaba allí. Lo sentí acercarse hasta la cama y acomodarse detrás de mí. Deslizó una de sus manos por mi cintura y la movió para apoyarla sobre mi pecho.

—No es solamente no poder leer el libro lo que me molesta —susurró en mi oído. Por supuesto que no. El libro era apenas la punta de la madeja—. Había un plan a seguir en la misión, pero todo se salió de control.

Oneshots BL de Saint Seiya (Lost Canvas+G+clásico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora