2009: Terror nocturno (Dégel/Kardia, Manigoldo, Shion, Regulus)

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1.

Volvía Dégel a su templo desde las afueras del santuario cuando al entrar a la casa de Aries se encontró ante un extraño panorama. La noche estaba cayendo y la sala central estaba iluminada apenas por una luz tenue que llegaba desde un rincón, proveniente de un velón alrededor del cual estaban reunidos Shion, Manigoldo, Regulus y Kardia, en actitud expectante. Dégel se escondió en las penumbras para escuchar, interesado de repente en saber cuál era el motivo de la reunión.

―¡Qué diablos! ¿Me quieres arrancar algo, idiota? ―gritó Manigoldo sacudiendo el brazo para soltarse de Shion, que por alguna razón se le había prendido como una sanguijuela.

―Perdón... ¿te asusté? ―preguntó Shion con picardía.

―Sí, ya te he dicho que tu cara me asusta cada vez que la veo.

―¡Quiero saber cómo termina la historia! ―dijo Regulus. Kardia, sentado a su lado, se mantuvo callado. Estaba cruzado de brazos y aunque Dégel no lo supiera, había estado extrañamente silencioso durante el tiempo que llevaba allí.

―¡Entonces cállense la boca! ―exclamó Manigoldo, mirando especialmente a Shion. Carraspeó y prosiguió con su relato, acompañándolo de gestos teatrales―. Finalmente, la gitana le dijo al muchacho que la había ido a visitar: "Tienes los ojos de tu padre". El muchacho, cuyo padre había muerto mucho tiempo atrás, le preguntó: "¿Cómo lo sabe?", y la gitana dijo: "Porque aunque no lo veas, él está parado junto a ti en este momento".

Kardia, que había imaginado paso a paso la situación, sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Todos se habían quedado en silencio, excepto Manigoldo, que comenzó a reír complacido por el efecto que había causado.

―¡Qué genial! ―dijo Regulus―. Me encantan tus historias de fantasmas, Manigoldo.

―Ah... ¿así que historias de fantasmas? ―preguntó Dégel, saliendo de entre las sombras donde estaba escondido. Kardia pegó un salto de la sorpresa.

―Hola, Dégel... ―dijo Shion, sin saber cómo continuar. Supuso que Dégel no estaría complacido con esa pequeña tertulia y mucho menos con el tema de discusión.

―Estamos contando historias de fantasmas ―explicó Regulus―. Bueno, yo no conozco muchas, ¡pero Manigoldo sabe millones! Y Shion también tiene algunas de su pueblo. Pero Kardia no ha contado ninguna, ahora que pienso...

Todas las miradas se volvieron sobre Kardia, que se veía malhumorado e incómodo.

―Cierto, ahora que lo mencionas... el bichejo no ni dicho ni una palabra. Eso sí que es raro... ―dijo Manigoldo acercándose a Kardia, que lo apartó de un golpe.

―Pasa que no me interesan las estupideces que cuentan ustedes. Son ridículas ―refunfuñó Kardia. Notó que Dégel le sonreía, mirándolo de soslayo, y eso le molestó más todavía.

―¿Ah sí? ¿Por qué no te vas, entonces? ¿Tienes miedo de volver solo a tu templo? ―gruñó Manigoldo.

―¿Dégel, tienes alguna historia para contar? ―preguntó Regulus. Shion y Manigoldo hubieran querido ahorcar a Regulus, que en su inocencia no sabía con quién se metía, para hacerlo callar. Pero para su sorpresa, Dégel no los castigó con una mirada de desprecio, sino que se puso en actitud pensativa.

―Sí, conozco muchas, de diferentes países y tradiciones ―contestó Dégel―. Además, hoy es un buen día para contar historias de fantasmas.

―Nadie quiere escuchar tus historias, Dégel ―dijo Kardia, apresurándose a interrumpirlo.

―¿Por qué es un buen día? ―preguntó Shion, sintiéndose ahora más en confianza. Kardia resopló y se alejó un poco del grupo.

Oneshots BL de Saint Seiya (Lost Canvas+G+clásico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora