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Chase B.

Despierto por el ruido incesante que viene de algún lado dentro de la habitación, estoy cansado, y de verdad necesito dormir. Aprieto los ojos y me acomodo mejor en la almohada, pero nada funciona.

─Danna, ya. Haz silencio, ¡Es sábado! Sal de mi habitación y vete a limar las uñas, no sé. ─Gruño molesto.

─No es un sábado cualquiera, es la presentación de Coppola, ¡Es hoy! ─da un salto a la cama. ─Anda, levántate, necesito un bonito vestido.

─Es a las seis de la tarde, déjame en paz.

─Chase, son más de la once.

Abro los ojos de golpe, ¿Cómo dormí tanto?

─ ¿Por qué me has dejado dormir tanto? Joder.

─Porque no soy tu niñera para tener que levantarte, bañarte y darte de comer. Déjate de joder, Chase.

─Entonces deja de fastidiar, y vete de aquí.

─Eres un jodido amargado, espero que esta noche se te baje un poco el grado de amargura que te traes.

─Como sea Danna, vete.

Amargado yo, ¡Por supuesto!

Mi última semana ha sido una de las peores que he vivido, con la preparación de los afiches, posters y demás material publicitario de Coppola, el trabajo se ha triplicado. Personalmente me he estado encargando de que todo sea entregado acorde a lo pedido. La primera línea de banners sufrió daños en impresión, eran detalles que no se percibían del todo, e incluso si lo colocábamos estratégicamente, ni siquiera se hubiese notado. Pero la ética al realizar un buen trabajo, se hubiese visto quebrantada. Y debido a que en esta empresa siempre entregamos trabajos perfectos, decidí que las impresiones se volvieses a repetir, aún con las pérdidas que obtuvimos con ello. Por si no fuese suficiente, tres máquinas se averiaron, y se reemplazaron, pues nuestras entregas se estaban viendo afectadas, y la reparación de estas es muy lenta, un punto más a gastos que no debieron darse. Una semana terrible, y me llama amargado como si no tuviese suficientes motivos para estarlo.

─ ¡Hermanito! ─Danna me aparece por detrás, atrapándome con sus brazos. ─Me acompañaras a hacer compras, ¿Verdad?

─Danna, has amanecido demasiado chinchosa. ─Me quejo. A ella parece importarle muy poco mi comentario, pues no me suelta ni para bajar las escaleras. ─La semana pasada te negabas a ir al evento, pero desde ayer estás insoportable con la insistencia de asistir. Hasta quieres un vestido nuevo, eso no es normal, al menos no en ti. ¿Contra qué cosa te golpeaste la cabeza?

─Por idiota, ahora me llevas quieras o no. Ni siquiera me importa si tienes tiempo, vas conmigo.

─Eso está por verse, porque no pasará.

Me lanza una mirada retadora, para luego adentrarse a la cocina. Donde encontramos a nuestro padre con la abuela tomando el desayuno. Ella nos ha preparado un buen plato de frutas y otro tanto de huevos con tostadas, nos advierte que debemos dejar el plato vacío, o ninguno de los dos saldrá de casa. Con ella aquí, definitivamente no habrá buen cuerpo que aguante, lo peor es que no puedo quejarme, me encanta tenerlos en casa, me ayuda a no sentirle tan vacía.

Unos meses atrás no tenía problemas en volver y no encontrarme con nadie, pero las cosas cambiaron, por una sola mujer. Uno se acostumbra a las cosas buenas, al despertar a su lado, o la revolución de olores que siempre causaba al salir del baño con sus cremas y las lociones.

─Hijo. ─Me llama mi padre. Ya hemos terminado de comer, y voy por el cepillo de dientes. ─Hoy tengo que ir con el abogado para lo del divorcio, por lo tanto, no puedo llevar a tu abuela a lo del bingo.

Ámame una vez más. (2° BILOGÍA ÁMAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora