Capítulo 5

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Agradeció que fuera sábado ya estaba a punto de salir eran 3:30 de la tarde normalmente los sábados salía a las tres de la tarde pero si se le requería más tiempo se tenía que quedar, estaban en proceso sobre la construcción de un nuevo punto de venta así que estaban presionados, era el proyecto más grande que iban a hacer, le dolía no poder ser parte de él dando sus opiniones pero compensaba que podía trabajar desde otro punto de vista. Daba los toques finales para entregar el último reporte de la semana a su padre, cuando lo llamó.

-Está bien- le dijo revisando los papeles que le había entregado- necesito que te involucres en este proyecto, te va a servir mucho en el futuro. – Él asintió – también quiero que veas los nuevos diseños que se están trabajando.

-sí, papá - dijo parado recibiendo las órdenes muy concentrado.

-Está bien, ya tiene casi un mes desde que trabajas conmigo y te quiero decir que no vas tan mal, y hasta ahorita has cumplido con los puntos que quedamos. Y le he preguntado a Moni y no me ha dicho nada malo sobre ti. Muy bien solo te faltan once meses más y si vas como hasta ahorita no veo problema para que regreses.

Leo se sentía contento de que su padre viera el esfuerzo que estaba haciendo por cambiar y que se diera cuenta que él podía lograrlo.

-pero bueno solo llevamos un mes - le dijo su padre con voz decepcionada

-sí, papá no te preocupes continuaré así- dijo tratando de disimular su enojo por lo último que acababa de decir.

-Bueno, una pregunta, ¿cómo vas con Mónica?- le preguntó muy interesado.

-Bien, Papá casi no nos vemos, ella trabaja mucho- le dijo.

-está bien, sé bueno con ella. Ya te puedes retirar nos vemos el lunes.

-Sí papá.- le dijo y salió de la oficina, tomó sus cosas y se retiró.

Poco a poco le empezaba a molestar que todos cuidaran de Mónica, no era una niña ya estaba grande ya podía defenderse sola, bueno si solo diera la cara, llevaba casi un mes viviendo con ella y solo la había visto una cuantas veces.

Antes de llegar a su casa Leo pasó a comprar cosas para la reunión que daba esa noche, solo serían sus mejores amigos con sus novias, nada que se descontrolara o que tuvieran que llamar a la policía.

Ya era de noche y Mónica moría de hambre había tenido una semana complicada había logrado sacar su trabajo de la constructora y entregar las obras que le habían pedido, no quiso moverse en toda la tarde desde que había llegado ni se cambió de ropa, solo se quedó acostada, quería salir pero sabía que esta Leo arreglando todo para su fiesta, pero no podía quedarse eternamente a dentro de la habitación, pensó solo saldré por comida y regresaré al cuarto. Pero justo cuando pensaba hacerlo, sonó el timbre y le dio un salto a su corazón, por lo que regresó a su cama y se dijo que se quedaría ahí toda la noche. No tardó mucho cuando de repente tocaron su puerta y sintió que casi le iba a dar un infarto en verdad, no se imaginaba quién podía ser.

Abrió la puerta y se asustó al ver a Julieta para enfrente de ella enojada y a su novio atrás de ella muy divertido.

-¿PORQUE NO ME DIJISTE? – le gritó ignorando quien estuviera en la casa.

-Hola, ¿amiga como estas? – le contestó Mónica muy tranquila y dándole pasó.

-Desde cuando usas falda – dijo Manuel en forma de burla.

-Desde que soy adulta y tuve que ir a ver a un cliente importante en la mañana – le contestó. Ella parada en el marco de la puerta de su habitación, Julieta enfrente con la cara enojada, y Manuel junto a Leo con una cerveza en la mano cada uno.

Cosas que nunca cambianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora