Mónica estaba haciendo tiempo en su oficina ya que en esa últimas semanas no tenía muchas cosas que hacer así que se llevó arcilla a su oficina y empezó a moldear figuritas, cosa que estaba haciendo esos días, aunque tenía que estar dibujando un estante para unos clientes pero no se concentraba en eso.
-¿Qué tanto haces? – le preguntó su abuelo.
-muñequitos de arcilla, abuelo- dijo Mónica.
-¿Para qué? – le preguntó sentándose frente a ella.
-No tengo mucho trabajo gracias a alguien – dijo Mónica a su abuelo.
-¿ya terminaste los proyectos? – le preguntó.
-Tres de seis – dijo ella – los otros tres están en revisión y papá no me necesita en esta parte del edificio, así que no tengo mucho trabajo.
-¿Qué haces aquí entonces? – le preguntó.
-¿me estas corriendo?
-No, pero porque no estás el taller haciendo eso – señaló sus muñequitos.
-Quería salir un poco de ahí y estoy también diseñado – le mostró el dibujo con el que tenía horas y no adelantaba. – ¿necesitas algo abuelo?
Mónica le preguntó, ya que era un poco raro que estuviera ahí.
-Nada, ver como esta mi nieta favorita – le dijo él.
-oye y los melliz que – dijo Mónica.
Aunque ella sabía que la prefería más que a los melliz pero no le gustaba que hiciera distinción, entre ellos.
-Sabes que tú eres mi favorita – dijo Su abuelo
-Si conviven más con ellos...
-Ya, no vamos a discutir eso – dijo él – ¿cómo vas? , ¿Ya más relajada con el trabajo?
-Si abuelo, voy bien no tengo mucho trabajo y solo me estreso con la galería y los nuevos artistas, son buenos pero me cuesta compartir mi espacio.
-Tú puedes compartir todo, menos tu espacio – dijo él.
-Me conoces muy bien, abuelo.
-Necesito tu opinión – dijo dándole un plano.
-¿Nuevo proyecto? – se emocionó.
-No para ti – le dijo.
Mónica se levantó para poner el plano en el restituidor que tenía en su oficina y apreciar mejor el plano que tenía. Le comentó a su abuelo lo que apreciaba del plano de la casa que pensaba construir. Fabián siempre le importó la opinión de su nieta porque sabía perfectamente que tenía mucho talento en construcción y ella veía cosas simples que le daba otra perspectiva de cada proyecto así que siempre que tomaba casa o algo por el estilo le importaba su opinión. Abuelo y nieta comentaron sobre la casa hasta que se sentaron y platicaron de la familia, como no la veían muy seguido ambos y que ya sentía los reclamos constantes hasta que alguien los interrumpió tocando en el marco de la puerta la cual estaba abierta.
-Hola- dijo Leo – perdón por la intromisión pero no está tu secretaria así que me tomé el atrevimiento de pasar.
-Por qué tan propio – Mónica se rio de él.
-Hola Leo, hijo pasa – dijo Fabián – ¿qué te trae por estos rumbos? ¿Algo con el edificio?
-Hola Ing. Fabián – dijo él saludándolo con un apretón de mano – no, vengo por su nieta. ¿Lista? O ¿te espero en recepción? – le preguntó a Mónica.
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Cosas que nunca cambian
RomanceMónica y Leo crecieron en las mismas circustancias, una buena familia y amorosa, herederos principales para la empresa y un círculo de amigos que eran genuinos. Ellos fueron inseparables hasta que sus vidas tomaron rumbos diferentes, donde Mónica de...