D e c i m o t e r c e r o

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Va, ya llevamos más de dos meses relatando colores y haciéndote sentir. No me dirás que no sabes el proceso a seguir, ¿no?

Cierra los ojos.

¿Preparado?

Respira bien hondo.

Inhala, llena tus pulmones, haz llegar el aire hasta el rincón más oscuro de ti.

Exhala. Saca todo el aire. Suave y lentamente.

Repite el proceso hasta acostumbrar tus pulmones.

Respira lentamente pero intensa, hasta que no te duela hacerlo.

Hacia dentro, con intensidad y precisión.

Hacia fuera, suavemente hasta vaciarte.

¿Preparada?

Abre los ojos.

Ahora repite el primer paso:

coge mucho aire, el máximo que retengan tus pulmones, porque este color lo buscaremos bajo el mar.

Húndete, nada hasta el fondo. Busca los pececillos de colores. Hay de todos los estilos: brillantes y opacos, transparentes y musicales. Suaves y tropicales, dolorosos y de mil y un estilos más.

Busca ese pez en concreto, ese del color suave.

Busca ese pez que te da energía y calor. Ese color que te relaja y te brinda suavidad.

Busca ese pez que su sabor tienda a ser el mismo que su color: suave, enérgico, cálido y bonito. Apetecible.

¿Ya sabes a cuál me refiero?

Sube a la superficie, soltando el aire lentamente. Deja que las burbujitas busquen la superficie antes que tú, pero juega a atraparlas.

Sal y coge aire. Respira, normaliza los latidos de tu corazón.

¿Ya lo tienes no?

Espero que sonrías, lo conseguiste.

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