Capítulo 4

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Mis días en Kyoto son algo aburridos, a pesar de estar con el abuelo, no hay nada divertido por hacer, hasta que papá habla por teléfono, el abuelo suele poner sus conversaciones en altavoz, por lo que no tuve problema alguno en escuchar lo que hablaban.

Así es como me enteré de la construcción que están llevando a cabo en Kyoto y, aunque mis días aquí están por terminar, me entretengo yendo a la construcción, cuidando de no quedarme sola en ningún momento, vivo aterrada cada vez que entro a una construcción.

–Esto de aquí no dejará que se aprovechen los recursos –señalo el plano, busco un lápiz y comienzo a modificar algunas cosas–

–El señor Kinomoto nos envió estos planos, debería de hablarlo con el arquitecto a cargo antes de hacer algún cambio –comenta el jefe de construcción–

–Hablaré con él, no te preocupes, son nimiedades –enseño lo que he modificado, no es la gran cosa– así quedará mejor y tendrán mejores resultados.

Le doy todos los pros y contras en el cambio que he hecho, al final, termino saliéndome con la mía, de vez en cuando paso por la construcción mientras tengo videollamadas con James, me sirve como fuente de apoyo, hay momento en los que lo extraño mucho.

–¿Algo interesante que debas contarme? –patino por las calles, mientras se las voy enseñando–

–Nada que no sepas, mi papá me odia, creo que el accidente no fue accidente y no debí de venir –doy un sonoro suspiro–

–Me gustaría poder estar contigo, ánimo cherry, todo estará bien –señalo algunos lugares interesantes, hasta llegar al parque–

–Deberías venir, has a un lado tus obligaciones reales, rompe las reglas –ambos comenzamos a reír, y no tiene nada de gracia lo que digo, siempre trato de guiarlo al mal camino, aunque me es imposible, él no suele romper las reglas, tiene un apellido que cuidar–

–Me haces falta aquí, no he comido hotdogs o hamburguesas en la calle –se queja–

Un consejo, jamás patinen y tengan una videollamada al mismo tiempo, por lo distraída, he impactado contra alguien, el aroma que desprende me es familiar, hasta que mis ojos conectan con los de él, Shaoran me tiene sujeta de la cintura, solo así pudo evitar que me cayera.

–Comienzo a creer que me sigues –lo observo más de lo debido, se ve un poco enojado, lleva unos audífonos puestos, puedo echarle la culpa sin remordimiento–

–Ni que tuvieras tanta suerte –me burlo– deberías tener más cuidado, hay demasiada gente en el parque para que andes distraído.

–Eso me han dicho –lo miro enarcando una ceja, es la frase que utilicé cuando me rescató de Kaito– ¿qué haces por aquí?

–No debería responderte porque ni te conozco, pero vine aquí con mi familia, mi papá insistió en que visitara a mi abuelo –estoy mintiendo, me crecerá la nariz como a pinocho, ¿debería decirle la verdad?– ¿Y tú que haces por aquí? ¿Placer o negocios?

–Trabajo –responde tajante–

–Pues si necesitas guía de turistas, búscame –le guiño un ojo– será más divertido pasar el tiempo contigo que con mi abuelo.

Me estoy pasando de coqueta con este perfecto extraño, no sé en qué rayos estoy pensando, si James estuviese aquí ya me habría cargado y alejado de él con premura.

–En ese caso, ¿me pasas tú número?

Su pregunta me sorprende, es demasiado en un solo día, ¿en qué me estoy metiendo? Se ve agradable, aunque por Eriol sé que idolatra a mi papá, no lo culpo, cuando era una niña también lo hacía, al final termino cediendo, le pido su número para registrar mi número y luego hacer una llamada para tener el de él registrado.

Secretos del cerezo.Where stories live. Discover now