Capítulo 25.

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Los días siguientes a la noticia que nos da Anne se vuelven muy complicados. Nick se pide unos días libres en el trabajo y se empeña a acompañarme a todos sitios. Además, me pide que no hable con desconocidos y que solo me acerque a mis amigos de siempre, hablando también con Elliot para asegurarse de que estoy vigilada mientras estoy en el instituto. Todo se vuelve una locura, y para colmo Asier vuelve a dejar de aparecer por clase. El jueves tenemos la exposición, pero a pesar de que le envío varios mensajes y lo llamo más de diez veces, no responde ni se presenta allí. Tengo que mentirle al señor Andrews diciéndole que mi compañero está enfermo y pedirle que nos deje hacerlo a la semana siguiente. Él acepta con resignación y en cuanto salgo de clase me dirijo a su casa, no sin antes decirle a Nick que voy a comer en casa de Elliot. Si se entera que voy a caminar casi media hora sola por la calle para ir a casa de un chico al que solo conozco desde hace un par de meses, va a volverse completamente loco.

Cuando por fin llego a casa de Asier y voy a llamar a la puerta me doy cuenta de que está abierta.

-¿Hola?-pregunto abriéndola lentamente, pero nadie responde.

La abro por completo y doy un paso adelante. Comienzo a caminar paulatinamente sin ver a nadie por allí. Pero entonces se oye un golpe en la planta superior y comienzo a escuchar un llanto.

Me dirijo al salón y cuando me asomo por la puerta veo a la que debe ser la hermana pequeña de Asier. Está sentada en el sofá, con las manos tapándose los oídos y llorando sin parar. Se me parte el corazón al verla así.

-¿Estás bien?-pregunto acercándome lentamente a ella. Cuando me ve, se sobresalta.

-¿Quién eres?-pregunta con preocupación echándose hacia atrás. Yo freno al darme cuenta de que soy una completa desconocida para ella y que probablemente me tenga miedo.

-Soy amiga de Asier.-respondo desde la distancia.-¿Sabes dónde está?

-Arriba.-contesta.-Pero no vayas. Está aquí.-añade volviendo a echarse a llorar. Estoy a punto de preguntarle a quién se refiere, pero de repente escucho gritos.

-¡Vete! -exclama Asier con ira.-¡Nos vamos a meter en un lío por tu puta culpa!

Empiezo a caminar hacia las escaleras, ignorando el <<¡no!>> que grita la pequeña para que no continúe.

-¡Me iré cuando encuentre el dinero!-responde una voz masculina. Me resulta vagamente familiar, y aunque probablemente me arrepienta de hacerlo, me acerco a las escaleras y empiezo a subirlas muy poco a poco.

-¿Asier?-pregunto con la voz temblorosa.

De repente se hace el silencio. Sigo caminando hacia arriba, sabiendo que me estoy metiendo donde no debería. Pero ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.

-¿Leila?-escucho a Asier preguntar. Cuando levanto la cabeza, lo veo a unos pocos escalones de mí, observándome. Su expresión pasa de la sorpresa al pánico en apenas un segundo.-Tienes que irte. -me quedo mirándolo paralizada.-En serio, Leila, vete. ¡Vete!

-¿Con quién coño hablas?-oigo decir a la otra voz. De repente, un chico aparece al lado de Asier, y me quedo sin aire cuando lo veo. A él también parece sorprenderle verme ahí, porque se calla de sopetón y se limita a mirarme con los ojos muy abiertos.-Joder. ¿Esta es la cría de Harry?-pregunta mirando a Asier con gran sorpresa. La mención a mi padre hace que se me revuelvan las tripas.- ¿Qué coño hace ella aquí? ¿Estás liado con ella?-se lleva las manos a la cabeza y alterna su mirada entre Asier y yo. Golpea la pared con la mano y yo me sobresalto.-Joder, tío, ¿cómo puedes ser tan gilipollas? ¿Lo sabe papá?

<<Papá>>. La palabra retumba en mi cabeza y tengo que apoyarme en la pared para no caerme. Viéndolos así, uno junto al otro, me doy cuenta de todo. El parecido físico que tienen, que Asier me odiara desde el primer día sin conocerme, que no quisiera estar conmigo ni hablarme, la forma en la que su madre se comportó conmigo el día que vine a dormir... ahora todo cobra sentido.

-Leila...-escucho decir a Asier mientras se acerca a mí. Me agarra el brazo y , con todo el cuerpo temblándome, lo empujo para que me suelte. Mi empujón hace que se tambalee y tenga que apoyarse en la barandilla para no caer escaleras abajo. Las lágrimas caen por mis ojos a raudales y siento como el corazón se me sale del pecho.

-Tú...-balbuceo.-Tú...¿es tu hermano?-pregunto con las pocas fuerzas que me quedan. Con mucho esfuerzo, levanto la cabeza para mirarle a los ojos. Veo como Asier está reprimiendo las ganas de llorar, y se pasa la mano por el pelo antes de responder.

-Leila, intenté decírtelo.-asegura.-Te juro que lo intenté.

Sus palabras confirman mis sospechas y hago lo único que puedo hacer en ese momento: separarme de él y dirigirme corriendo a la salida.

-¡Leila!-exclama Asier a mis espaldas mientras bajo las escaleras a toda prisa. Escucho los pasos de su hermano detrás y corro más rápido aún.-¡Para!-dice alcanzándome en la puerta y agarrándome del brazo. Yo me giro con rabia.

-¡Déjame!-chillo.-¡No quiero volver a verte nunca!-su expresión cambia completamente al oírme decir esas palabras, pero soy incapaz de sentir nada por él. 

-No seas tan dramática.-dice de repente el hermano de Asier caminando hacia nosotros.-Ninguno tenemos la culpa de que tu padre fuera un puto gilipollas.

Sus palabras me llenan de rabia y sin pensarlo me voy directa a él. La ira me consume y con todas mis fuerzas estampo mi mano en su mejilla.

-¿¡Qué coño haces, niñata?!-exclama encarándose. Estoy a punto de volver a pegarle cuando Asier me agarra por detrás, levantándome del suelo y alejándome de su hermano. Yo me resisto con todas mis fuerzas pero soy incapaz de zafarme de su agarre.

-¡Vete!-le chilla a su hermano. Él da un paso hacia nosotros con la intención de acercarse a mí.-¡Que te vayas, joder!

Finalmente el hermano de Asier entra en la casa y desaparece. Yo empiezo a llorar con más fuerza y son incapaz de mantenerme en pie. Las piernas me fallan y todo el cuerpo me tiembla. 

-Leila...-me llama desde detrás. Apoya su frente en mi hombro y por un momento pienso que está llorando. Pero ya no me importa: ya no me importa nada de lo que pase con él. No quiero volver a verlo ni a escucharle. No puedo hacerlo.

-Déjame...-digo casi en un susurro. No tengo fuerzas para enfadarme.

-Leila, escúchame.-me pide soltándome y girándome para quedar cara a cara.-Te juro que puedo explicártelo. Déjame hacerlo.

Estoy a punto de responder cuando un coche entra por la calle a toda velocidad y para a nuestro lado.

-¿Qué coño haces?-pregunta Elliot saliendo del coche. Está enfadado y tiene los puños apretados a ambos lados del cuerpo.-Aléjate de ella.-añade interponiéndose entre Asier y yo.

-Yo no...-intenta decir.-No he hecho nada.

-Vámonos, Leila.-dice mi mejor amigo ignorando las palabras de Asier. Me agarra de la mano y me lleva hasta el coche. Soy incapaz de reaccionar y simplemente sigo sus pasos, pero justo antes de montarme en el coche me giro para mirar a Asier por última vez. Aunque no entienda por qué, el corazón se me rompe al verlo mirándome desde la puerta de su casa y con las lágrimas comenzando a caer por su rostro.

La distancia entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora