Capítulo 36.

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John me encierra en el sótano de nuevo y me paso las siguientes horas atada de pies y manos, mirando a la pared y rezando porque esto se acabe pronto.

-¿Te aburres, preciosa?-me pregunta sentándose delante de mí. Lleva un rato vigilándome, como si hubiera alguna posibilidad de que fuera a escaparme.

-No me aburriría si al menos me soltases los pies y pudiese levantarme.-digo mirando hacia mis tobillos.

Él me mira sorprendido.

-¿Y qué vas a hacer?-pregunta riéndose.-¿Vas a ponerte a bailar? ¿A dar volteretas?

-Haz lo que quieras.-respondo seria.-Pero si en algún momento tenemos que huir, no voy a poder tenerme en pie si llevo tantas horas sin levantarme.

Él me mira pensativo, como si estuviera debatiendo en su mente si tengo razón.

-Tienes dos minutos para estirar las piernas, preciosa.-dice cortando la cuerda con una navaja. Yo me pongo en pie lentamente, y tardo unos segundos en poder dar mas de dos pasos sin tener que apoyarme en algo.

-Viéndote así entiendo por qué mi hermano fue a por ti.-me dice mirándome de arriba a abajo. Yo pongo cara de asco y siento una arcada subir por mi garganta.

-Eres asqueroso.-respondo cruzándome de brazos y mirándolo a los ojos.-¿Para qué me has traído aquí?

-¿Para que va a ser?-pregunta como si fuera lo más obvio del mundo.-Quiero dinero, preciosa. Y tu familia puede dármelo.

-No te darán nada.-respondo enfadada. Él se pone en pie y se dirige hacia mí.

-Yo creo que sí.-dice.-Pero tranquila, en cuanto lo hagan, te mataré con mis propias manos, como hice con tu padre.-añade, y yo noto como mi corazón deja de latir. Ando lentamente hacia atrás, alejándome de él.-No pensarías que iba a dejarte viva para que me delates, ¿verdad?-mi cuerpo choca contra la pared y él se pega tanto a mí que apenas puedo respirar.-No soy tan tonto, preciosa. Pero no te preocupes, antes de que eso pase te haré disfrutar...-concluye acariciándome la mejilla. Yo estoy a punto de vomitar cuando alguien abre la puerta.

-¡Están aquí!-exclama el hombre que me sacó ayer de casa de Alice.-Tenemos que irnos.

John se gira hacia mí y me observa con enfado.

-¿Qué coño has hecho?-pregunta, pero soy incapaz de articular palabra.-Vámonos.-añade agarrándome del brazo y sacándome de allí. Salimos de la habitación en un abrir y cerrar de ojos, y John tiene que tirar de mí para que pueda correr. Aún noto como si la cuerda siguiera en mis tobillos y tengo que hacer un esfuerzo enorme para no chillar del dolor que me supone estar corriendo.

Estamos saliendo por la puerta del patio trasero cuando un policía aparece de la nada y se sitúa ante nosotros.

-Suelte el arma.-le ordena refiriéndose a la pistola que lleva en la mano. John la carga y la pone contra mi sien, desafiándolo.

-Déjame pasar o la mato.-le dice. El policía se mantiene firme. Abre la boca para hablar pero alguien le dispara por detrás y cae al suelo delante de mí, haciendo que chille. Detrás de él aparece el hombre de antes con la pistola soltando humo y apuntando en nuestra dirección.

-¡Vamos!-exclama atravesando el patio. John tira de mí de nuevo y cuando estamos a punto de subir al coche un gran número de coches policiales y agentes nos rodean.

-Suelte el arma.-dice uno de ellos. John mantiene la pistola contra mi sien y yo no puedo parar de temblar.

-¡Leila!-exclama Nick corriendo hacia nosotros. Asier, Elliot y Alice lo siguen de cerca, pero un par de policías los frenan antes de que puedan penetrar en el círculo imaginario que han creado a nuestro alrededor.

-Como alguien se acerque, la mato.-dice rodeándome el cuello con mi brazo. 

Algunos agentes entran a la casa a por el resto de hombre y otros dos agentes reducen al compañero de John. Nosotros nos quedamos solos en mitad del círculo, con todos observándonos. Con los ojos llenos de lágrimas, miro en dirección a mis amigos, y se me rompe el corazón al verlos de esa forma. 

Cuando mis ojos se encuentran con los de Asier, todo parece detenerse. Las ojeras se le marcan de forma profunda y se le ve completamente destrozado. Por un momento se me olvida todo lo que nos rodea: los policías, John, la pistola que me está apuntando...todo desaparece, y por un momento solo somos Asier y yo. Pienso en que ojalá pudiera acercarme a él, besarle, abrazarle... suena irónico, ¿no? Ahora mismo me sentiría más muerta si él dejara de estar a mi lado que si John disparase la pistola que tiene apuntando contra mi sien.

-Suelte el arma, no se lo voy a repetir.-le ordena el policía de nuevo, devolviéndome a la realidad. Pero John clava la pistola en mi sien con más fuerza y noto como mis piernas están como un flan. Siento que estoy a punto de desmayarme, de perder todas las fuerzas que me quedan, pero es entonces cuando decido hacer acopio de las pocas fuerzas que me quedan y, sin pensármelo dos veces, muerdo el brazo de John y le doy una patada en la espinilla, intentando así que me suelte. 

Por un momento lo hace, y estoy apunto de salir corriendo, pero su brazo vuelve a agarrarme y me encojo al escuchar un disparo. El cuerpo de John cae a mi lado y yo chillo sin poder evitarlo. Me quedo en shock, mirando el cuerpo sangrando en el suelo y sin ser capaz de mover ni un solo músculo. 

Los agentes se mueven a mi alrededor, los veo hablar por los walkie-talkie, pero no es hasta que unos brazos me rodean cuando mi pulso se relaja y vuelvo a ser consciente de lo que está pasando.

-Lo siento.-susurra Asier en mi oído.-A partir de ahora, voy a protegerte con mi propia vida, Leila.-noto como se le quiebra la voz.-Te lo prometo.


La distancia entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora