Capítulo 29.

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-Lo hemos clavado.-me dice Asier cuando salimos del aula. Ha pasado un mes desde que conseguí solucionar todo y volver a clase, y, por suerte, el señor Andrews nos ha dejado hacer la exposición hoy a pesar de que tendríamos que haberla realizado muchos días antes.

-No sé yo.-respondo dubitativa.-El señor Andrews es una caja de sorpresas.

Asier me mira sorprendido mientras me paro delante de mí taquilla.

-¿Por qué?-pregunta. Yo me encojo de hombros.

-Me dio clase hace un par de años y nunca entendí su forma de poner las notas. Creo que depende de lo bien que le caigamos.

Asier sonríe.

-Entonces seguro que me pone un diez.-yo pongo los ojos en blanco y, tras sacar un par de cosas de la taquilla y meter el libro de historia, la cierro y me vuelvo hacia él.

-Eso habrá que verlo.-respondo reprimiendo una sonrisa.

-¿Estás insinuando que no caigo bien a los demás?-pregunta fingiendo indignación. Yo le doy suavemente en el hombro mientras caminamos a la siguiente clase.

-Estoy insinuando que eres un poco flipado.-contesto sin poder evitar sonreír.

Entramos al aula y nos sentamos, como siempre, juntos. Estamos hablando cuando de repente me quedo mirando sus labios sin darme cuenta.

-Leila.-me llama. Yo sacudo la cabeza y vuelvo a la realidad.-¿Te has embobado mirándome?-pregunta sonriendo. Yo noto como se me sonrojan las mejillas.

-¿Qué?-respondo girando la cabeza y mirando al frente.-No, qué va. Solo me he quedado pensativa.

-Pensando en besarme.-susurra acercándose a mí. Un escalofrío me recorre el cuerpo y tengo que contener las ganas de posar mis labios sobre los suyos.

-Cállate.-le pido sacando las cosas de mi mochila para distraerme. Lo escucho reír a mi lado.

Desde aquel día en su casa, Asier y yo habíamos decidido no contarle a nadie lo que teníamos. No nos importaba que los demás lo supieran, pero simplemente queríamos ir poco a poco y ver qué nos deparaba el futuro. Por esa razón, Asier se dedica a hacer y decir cosas que sabía que me ponen nerviosa solo para reírse de mí. Y en algún momento iba a devolvérselo.

A la hora del almuerzo Asier y yo entramos a la cafetería. Nos ponemos juntos en la cola para coger nuestra comida y cuando la tenemos, él se va a la mesa donde están sus amigos y yo me voy a donde están los míos.

-Hola.-saludo al llegar. Alice me sonríe animada de vuelta.

-Hola, Leila.-dice Eleanor.

-¿Qué tal?-pregunto sentándome al lado de Alice y frente a la novia de mi mejor amigo.-¿No está Elliot?

-Ha ido al coche a coger una cosa.-responde Eleanor.

-Oye.-nos interrumpe Alice. Alterna su mirada entre Eleanor y yo, emocionada.-Vais a venir a mi fiesta de cumpleaños, ¿verdad?

Yo pongo los ojos en blanco.

-Alice, llevas dos semanas haciéndonos la misma pregunta. ¡Claro que vamos a ir!

-Es para asegurarme.-me responde.-No quiero que falte nadie.

-¿A quién más has invitado?-pregunta Eleanor mientras pincha su ensalada con el tenedor.

-Pues...-Alice comienza a contar con los dedos.-A la mayoría de personas de mi clase, vosotras, Elliot, algunos amigos del club de tenis y...a ellos.-concluye mirando hacia atrás. Cuando me giro, me doy cuenta de a quién está mirando y no puedo evitar que se me acelere el corazón.

La distancia entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora