Capítulo 30.

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Son las seis de la tarde cuando llego a casa de Alice. Encuentro en el jardín a una mujer arreglando el espacio, y me sonríe amablemente cuando paso por su lado. Continúo caminando hacia la puerta principal y me doy cuenta de que está abierta. Entro a la casa y ante mí, un chico bien vestido pasa la aspiradora en el salón. Es un poco mayor que yo y lo he visto alguna vez en las fiestas que han organizado los padres de Alice, pero ni siquiera sé su nombre. El chico apaga la aspiradora al verme y sonríe.

-La señorita Monroe está arriba.-me informa. Yo le doy las gracias y comienzo a subir las escaleras.

-Hola.-digo asomándome por la puerta de la habitación de mi amiga. Está guardando algunos objetos en cajas, pero se gira para saludarme.

-Hola, Lei.

-¿Qué está pasando allí abajo?-pregunto sentándome en el borde de su cama y dejando sobre ella mi vestido y mi maquillaje para esta noche.

Alice se gira y me mira sin entender.

-¿Abajo?-su expresión pasa a ser de preocupación.-¿Qué ha pasado abajo?

-Nada.-respondo.-Pero me acabo de encontrar a un chico en traje pasando la aspiradora en el salón.

Alice respira tranquila y se sienta a mi lado.

-Ah, sí. Es Óscar.-me informa.-Anne y él me están ayudando a arreglar la casa para la fiesta.

-¿Y crees que hace falta pasar la aspiradora?-pregunto divertida.-Nadie va a fijarse en el suelo. 

-¿Qué dices!-exclama mirándome con los ojos bien abiertos.-Todo tiene que estar perfecto, Leila. ¡Es mi fiesta de cumpleaños!

-Lo estará, tranquila.-digo poniéndole una mano en el hombro.-¿Qué quieres que haga?

-Necesito que me ayudes a llevar todos los marcos de fotos y todo lo que no sea de plástico al trastero. Si se rompe algo, mis padres me matan.-dice acelerada levantándose de la cama.

-Vale.-respondo poniéndome en pie. Alice sigue recogiendo cosas de su habitación y yo empiezo a recorrer la planta recolectando objetos que puedan romperse y voy llevándolos al trastero. Entre todo lo que cojo encuentro diversas fotos de mi amiga cuando era pequeña: con sus padres, primos, abuelos...y entonces veo una que me hace sonreír. La encuentro al bajar al salón, y no puedo evitar que miles de recuerdos me vengan a la mente. En la foto estamos Alice y yo, sonriendo a la cámara mientras ella levanta el dedo índice y corazón por detrás de mi cabeza. La fotografía es del último día del primer curso de instituto, y fue un regalo que le hice por su último cumpleaños. Fue ese año cuando nos conocimos, y tardamos poquísimo en ser amigas. En ese entonces, Elliot era el único amigo que tenía, ya que a raíz de la muerte de mi padre, socializar se volvió un completo infierno para mí. Además, mi mejor amigo y yo empezamos el instituto yendo a diferentes clases, por lo que conocer a Alice y acabar siendo tan amigas fue una salvación para mí.

-Éramos unas canijas.-dice mi amiga bajando las escaleras y colocándose a mi lado.-Cuando me la regalaste, la puse en mi habitación, pero mi madre me obligó a traerla al salón porque dice que eres como su hija.-explica. Yo no puedo evitar sonreír.

-Este día me tiraste coca cola en los pantalones.-digo mirándola con una ceja levantada. Ella suelta una carcajada.-No te rías.-añado divertida golpeándole suavemente el hombro.-¡Todos pensaban que me había meado encima.

-¡No fue mi culpa!-responde sonriendo.-Will Roberts me empujó y tu estabas a mi lado. Si tienes que echarle la culpa a alguien, es a ese capullo.

Yo sonrío y niego con la cabeza. Tras ello, ambas seguimos recorriendo la casa en busca de objetos que llevar a la planta superior.

-Creo que ya está todo.-respondo un rato después bajando al salón.-¿Qué hago ahora?

-Voy a darte unos globos para que los hinches.-dice Alice dirigiéndose a la cocina. Óscar termina de limpiar y la acompaña para coger todo lo necesario. Yo aprovecho para sacar el móvil del bolsillo y cuando lo hago veo que tengo un mensaje de Asier.

Estoy deseando verte esta noche. 

Una amplia sonrisa se extiende por mi rostro, y estoy a punto de responder cuando escucho a Alice acercándose a mí.

-¿Quién te está haciendo sonreír así?-pregunta a punto de alcanzarme. Yo guardo el móvil rápidamente e intento borrar mi sonrisa, aunque me acaba resultando difícil.

-Nadie.-respondo agarrando la bolsa que tiene en la mano y sacando un globo de ella.

-Me estás ocultando algo.-dice señalándome con el dedo índice.-Y sabes que voy a acabar enterándome, Leila. Siempre lo hago.-añade, pero yo me mantengo en silencio tratando de inflar el globo. Por suerte, no vuelve a insistir.

Unos minutos después, estoy a punto de desmayarme por inflar tantos globos cuando de repente llaman a la puerta. Óscar va a abrirla y tras ver quién es, se aparta y le deja entrar.

-Hola, preciosa.-dice Josh caminando hacia Alice y dándole un beso en los labios a modo de saludo.-Ey.-añade al verme. Yo muevo la cabeza a modo de saludo y termino de inflar el último globo. Miro a Óscar poniendo los ojos en blanco y él sonríe.

-Ya que estás, sigue tú, porque yo estoy a punto de desmayarme.-le digo  a Josh poniendo una nueva bolsa de globos sobre su pecho. Al ver la hora en la pantalla de mi teléfono, me apresuro a dirigirme hacia la habitación de Alice.-Voy a prepararme.

Mi amiga asiente y yo los dejo a los tres en el salón. Me da pena por Óscar, pero si no empiezo a prepararme ya, no estaré a tiempo.

Me apresuro a cambiarme de ropa y a comenzar a maquillarme. No es algo que haga con mucha frecuencia, es más, cuando me maquillo, apenas me pongo un poco de base, la raya del ojo y pintalabios. Y la gran mayoría de veces es por insistencia de Alice.

Casi una hora después por fin estoy lista. Cuando me miro al espejo no puedo evitar sonreírle a mi reflejo: llevo puesto un vestido plateado hasta los tobillos y unos tacones negros que aumentan mi altura en unos centímetros. Además, llevo el pelo recogido en una cola, lo que me hace parecer más elegante.

-Guau.-dice Alice entrando por la puerta de su habitación.-Estás preciosa, Leila.-añade mirándome de arriba a abajo.-Los tíos van a desmayarse cuando te vean.

<<En realidad, solo quiero que lo haga uno de ellos>>, pienso, pero no digo nada. Estoy a punto de responder cuando suena el timbre.

-¡Mierda!-exclama mi amiga.-Deben ser los del catering. ¿Puedes abrirles mientras yo me preparo? Josh y Óscar han bajado al garaje.

Yo asiento y comienzo a bajar las escaleras.

-Buenas tardes. ¿La señorita Monroe?-pregunta una chica joven cuando abro la puerta. Tiene el pelo recogido en un moño perfecto y va vestida con una camisa blanca y unos pantalones negros. Tras ella, hay cinco personas más igual de arregladas.

-Sí, es aquí.-respondo abriendo por completo la puerta y haciéndome a un lado.-Adelante. 

La distancia entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora