Lumos

Navidad en la sala de confinamiento

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﹏﹏Navidad en la ❲ 🌱 ❳ sala de c.﹏﹏
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Estaba agotado. Hacia meses que ya no era el de siempre: tenia muchas ojeras y la piel macilenta. Su aspecto enfermizo, no obstante, le daba igual. Era el porque, de su agotamiento físico y mental, lo que no le dejaba vivir.

No dormía bien, casi ni comía, no hacía sus tareas... Y era por esa última razón que aquella tarde de navidad, mientras todos sus compañeros de sexto año estaban disfrutando de un día libre en Hogsmeade, Draco tenía castigo en el despacho de McGonagall.

Llevaba lo que le parecía una eternidad, sentado al lado de la única ventana de la sala, poniendo al día sus deberes atrasados de Transformaciones. Ni se percató de la fuerte nevada que había fuera, ni de los adornos navideños que llenaban el lugar. Draco no paraba de ojear el gran reloj de la pared y a maldecirse en silencio; tenía cosas mucho más importantes que hacer que perder su valiosísimo tiempo en aquello. Por ejemplo, intentando arreglar el armario evanescente de la Sala de los Menesteres.

Ese plan ocupaba sus pensamientos día y noche. Se pasaba todo el tiempo en aquel sitio repleto de objetos inútiles y polvorientos, en detrimento de sus estudios, su carrera como buscador y su estado de nervios. Repararlo había resultado ser más costoso de lo que había planeado y el Señor Oscuro empezaba a estar impaciente y al Señor Oscuro no se le hacía esperar. Las amenazas ya habían comenzado.

Estaba tan sumergido en sus desgracias que se sobresaltó cuando llamaron a la puerta.

—Adelante —dijo McGonagall desde su escritorio.

—Hola profesora —dijo la voz insegura de Neville Longbottom. Cuando sus ojos se percataron de la presencia de Malfoy, frunció el ceño.

—Cierre la puerta Sr Longbottom —dijo la voz autoritaria de la jefa de Gryffindor—. Y siéntese al lado del Sr Malfoy, por favor.

¡Lo que faltaba! ¿Tendré que compartir mesa con ese imbécil?

—Sí —respondió Neville y obedeció.
Por la manera seca y desustanciada en que lo hizo, se podía deducir que al joven amigo de Potter, tampoco le entusiasmaba la idea.

Draco levantó una ceja de queja, al notar la presencia del otro muchacho a su lado. No tenía ni idea de porque le habían castigado si ni siquiera ese año hacía clases con McGonagall, aunque en realidad no le importaba que hacía allí ese inútil descastado, sólo que tenerle cerca crispaba sus nervios, ya de por si susceptibles. Le entraron ganas de enviarle un cruciatus y de dejarse de farsas estúpidas. No soportaba la presencia de ninguno de los dos. Sólo el hecho de tener una coartada le mantenía calladito y en su sitio.

En esos momentos, Madame Rosmerta ya debía estar esperando la víctima perfecta para entregarle el collar que debería dar a Dumbledore. Él ya le había dado las instrucciones a través del galeón. En cualquier momento sonaría la alarma anunciando la muerte del viejo director. Todo estaba en marcha.

Ese pensamiento le causaba un nudo en el estómago. Quiso pensar que era la inquietud,  la adrenalina. Al fin y al cabo estaba a punto de matar a una persona, de causar su muerte. De matar a Albus Dumbledore. Iba a vomitar.

—¡Malfoy! —escuchó una voz de golpe, como si procediera de muy lejos.

—¡¿Qué?! —dijo abruptamente a Longbottom.

—¡Estás haciendo nevar!

No sabía en qué momento cogió la varita, pero estaba apuntando con ella al techo, de donde caían grandes copos blancos. Tenían la mesa y los hombros llenos de esa nieve artificial. Paró el hechizo involuntario mientras Neville se sacudía la cabeza.

—¿Y McGonagall? —preguntó de mala manera.

—Se ha ido hace un momento. Ha dicho que volvía enseguida —dijo Neville malhumorado—. Por las barbas de Merlín ¡¿Qué demonios te pasa?!

Draco no respondió. Con un golpe de varita hizo desaparecer lo que quedaba de nieve y continuó absorto sin atender a las quejas de Longbottom sobre su cordura.

Apenas escuchaba cuando intuyó un cambio sustancial en el Gryffindor: sin quererlo se le había quedado mirando y algo de su persona hizo que la expresión de enfado de Neville modificará a ¿preocupación? No… debían ser imaginaciones suyas.

—Malfoy ¿estás bien?

Fin