Desperté en un hospital otra vez.
A mi lado estaba mi madre llorando.
Me habías golpeado tan fuerte que había pérdido a mi bebé. Y me habías dejado con la incapacidad de tener más hijos. No de que dolía más. Si perderlo o perderme a mi misma.
Mamá entre sollozos me pregunto cuando había iniciado esa tortura. Y le conté. Le conté todo, desde el inicio.
Cuando salí del hospital me enteré de lo peor.
No sólo me habías quitado a mi bebé si no que también me habías quitado mi vida.
Me quitaste todo lo que yo más amaba. Y lo único que tenía.