LUCIFER, el ángel caído || Pausada Indefinidamente

[En todas partes]

—Tu esplendor ha caído en el Sol...¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?...Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono...Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo.

La misa seguía mientras el sacerdote leía un pasaje de la biblia, poniendo su mirada fija en el jardinero rubio que observaba serio desde afuera.

—El que obra la justicia es justo; quien peca es del diablo, porque el diablo es pecador desde el principio.
Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio.
Dios creó al hombre para la incorrupción y le hizo a imagen de su propio ser. Mas por la envidia del diablo entró la muerte al mundo y la experimentan los que le pertenecen.
El Señor ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad sino que perdieron su propia mansión.

Lucifer apretó los puños y se alejó hacia la parte trasera de la iglesia, donde un jóven de cabello gris lo esperaba paciente.

Lucifer se quedó estático cuando observó el rostro de Leviatán.

—¿Qué te pasó?

—Solo un pequeño cambio... ¿Te gusta?

Lucifer sacudió la cabeza tratando de alejar la mirada de aquel bello demonio.

—¿A qué viniste?

—A darte una advertencia.

—¿Advertencia?

—Percibimos la presencia de un ángel cerca del escondite. Satanás cree que a venido a buscar a ese mortal para guiarlo por el buen camino, por eso es mejor que te apresures.

—Entiendo.

—Espero tener mejores resultados la próxima vez que venga.

Sin más que decir, Leviatán se marchó sin dejar rastro y Lucifer se quedó mirando hacia la nada.

Minutos después volvió a la entrada de la iglesia y observó al sacerdote al fin terminando.

—El Señor esté con ustedes.

—Y con tu espíritu. — respondieron.

—La bendición de Dios todopoderoso, Padre, hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

—Amén.

—Pueden ir en paz.

—Demos gracias a Dios. 

...

Casi al anochecer, la iglesia se encontraba ya vacía y SeokJin estaba frente a la imagen de Dios rezando.

—Linda misa.— le interrumpieron.

El castaño se dió vuelta y en ese momento sintió como si sus piernas le fallaran al ver con terror como aquel rubio se acercaba lentamente.

Una ráfaga de viento sopló cuando Lucifer levantó ambos brazos a los costados.

—¿Q-Qué quieres?

—A ti.

El rubio se acercó a una velocidad impresionante y SeokJin retrocedió rápidamente hasta que chocó contra la pared.

La risa macabra de aquel demonio resonó por todo el lugar. El sacerdote se cubrió con sus manos y tembló.

—¿Padre SeokJin?

El castaño se destapó y miró al frente, no había nada pero a un costado se encontraba el obispo con un rostro confundido.

—Y-Yo...

—¿Se encuentra bien?

—C-Creo que no.

—¿Por qué no toma una ducha y duerme un poco?, parece que pronto enfermara.

—Gracias.

Sin más que agregar, caminó a paso rápido hasta llegar a su habitación y allí se encerró.

Apretó su cabeza y sintió desesperación, terminaría volviéndose loco.

—¿Qué hago, Dios mío?

El sacerdote se despojó de su sotana y la dejó sobre la cama, después su ropa y decidió que utilizaría la tina de baño, ya que necesitaba despejarse y relajarse un poco.

La acomodó y una vez llena, se sumergió hasta que el agua tocó los cabellos de su nuca.

Cerró los ojos y respiró profundo, trataba de que su corazón se normalizara, pero de pronto sintió el agua más caliente que hacía unos minutos, el viento se coló haciéndolo tiritar.

Abrió los ojos y se sobresaltó al ver a aquel rubio frente a la bañera con una sonrisa.

—Sorpresa.

Lucifer tomó el cuello del sacerdote y lo sumergió hasta que su cabeza estuvo dentro del agua.

El castaño pataleo y golpeó el agua desesperado cuando empezó a faltarle el aire.

El rubio sólo reía viendo como el sacerdote se ahogaba.

SeokJin lo miraba borroso gracias al agua sobre su rostro, las burbujas de aire salían a la superficie y poco a poco sintió sus movimientos más débiles, estaba perdiendo el conocimiento.

Cuando sus ojos estaban por cerrarse, las manos que sujetaban su cuello desaparecieron y rápidamente salió del agua.

Tomó varias bocanadas de aire y escupió parte del agua que había tragado. Empezó a toser y con la mirada buscó al jardinero pero en el lugar no había nadie.

Se abrazó a si mismo y unas lágrimas recorrieron sus mejillas, estaba asustado y seguía sin entender porqué le pasaba todo eso a él.