[SATANÁS]

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El cuerpo de Lucifer cayó entre las llamas del infierno, mientras que su alma fue encerrada en un lugar ocultó.

Año tras año, más ángeles se rebelaban, cayendo uno por uno, siendo derrotados por los Arcángeles y seres divinos.

Satanás, el ser más poderoso de la obscuridad, el rey del averno, se dedicó a observar como cada demonio que era mandado al cielo, bajaba derrotado.

Frustrado por la incompetencia de sus demonios, Satanás decidió subir el mismo, para crear caos en el cielo, sin embargo, fue hechado por el mismo Dios, dejándolo débil y casi al borde de la muerte.

Juró vengarse, juró que la profecía se cumpliría a su favor, juró que cuando el momento llegara, acabaría con todo y sería el único Rey.

Satanás desapareció entre las sombras, bajando hasta lo más profundo del infierno para poder recuperar su fortaleza.

[...]

⚜Mil años después⚜

Las velas negras en aquella obscura habitación​ ya estaban colocadas en todo al rededor.

Una estrella de sal dibujada en el suelo se podía apreciar.

Un grupo de hombres con túnicas negras azotaron unos bastones de madera en el suelo al mismo tiempo, el que estaba en el medio levantó ambas manos y se quitó su túnica, dejando al descubierto su desnudez.

Era un jóven de no más de veinte años, de cabello azabache y piel blanca.

Se colocó en el centro de la estrella y cerró los ojos, hincándose en el suelo.

Los demás empezaron con un golpeteo constante, azotando los palos contra el suelo.

Un grupo de satanistas, queriendo invocar a su señor de las tinieblas, ninguno tenía idea de lo que eso iba a provocar.

—Satanás, toma éste cuerpo como una ofrenda a tu grandeza ¡Oh gran señor de las tinieblas! ¡Satanás! Ven a nosotros que sólo somos unos simples mortales, salve tu reino ¡Oh gran rey del infierno! Ayúdanos a llevar tu nombre hasta la cima, ven y toma éste sacrificio como muestra de nuestra lealtad.

En ese momento la flama de las velas se apagó, un aire frío llenó la habitación y los cuerpos de los presentes.

Dejaron de golpear con sus palos y miraron a su al rededor, las puertas se azotaron y comenzaron a sentir el verdadero terror.

—¡Hail Satanás! — gritó el muchacho al final

Todo se detuvo en ese momento, las velas de nuevo se encendieron, el muchacho en el centro miró a su alrededor, todo quedó en calma o eso pesaron.

Un grito desgarrador resonó por todo el lugar captando la atención de los presentes.

Miraron al centro y ahí vieron al jóven azabache completamente doblando hacia atrás, su cabeza tocaba el suelo sus ojos estaban blancos y de su boca salían palabras que no lograban comprender.

El chico se reincorporó segundos después, el iris de sus ojos estaba rojo, se podía apreciar el sonido de sus huesos siendo reacomodados.

—¿J-Jungkook? — se atrevió a hablar uno de ellos.

El muchacho giró lentamente la cabeza, escuchándose el tronar de su cuello, su mirada oscura puso a temblar a todos los presentes.

Sonrió de forma macabra y la flama de las velas creció aún más.

—Hail Satanás — repitió pero ésta vez su voz se escuchó demasiado rasposa y gruesa.

El azabache volvió a gritar con fuerza cuando su cuerpo comenzó a arder en llamas.

Los presentes horrorizados intentaron escapar pero la puerta se cerró y no les permitió abrirla.

Miraron de nuevo al chico, humo salía por todos lados y entonces por fin sus rostros se deformaron del terror, cuando ante ellos, una criatura indescriptible apareció, tan horrenda que no lo creían real.

La criatura lentamente tomó la apariencia del muchacho que minutos antes se había transformado en cenizas.

—¡Asmodeo! ¡Belfegor! ¡Amon! — gritó con una voz aterradora, seguido por más palabras en un dialecto antiguo que no lograron comprender en lo absoluto.

Satanás había llamado a sus demonios para que se aparecieran frente a él.

Del suelo comenzó a abrirse una grieta y de ella salieron tres sombras que pasearon por la habitación hasta que por fin encontraron los cuerpos que necesitaban para apoderarse de ellos.

Los demonios entraron en el cuerpo de los mortales, sacando sus almas en el proceso.

Tres chicos cayeron al suelo inconscientes, pocos segundos después empezaron a convulsionarse.

Satanás tomó la túnica negra y se la colocó, empezó a caminar, desapareciendo lentamente.

Antes de irse hecho una mirada atrás y sonrió al ver que sus demonios ya estaban casi listos, los jóvenes que ahí permanecían, no tendrían oportunidad pues una vez que los demonios tomaran el cuerpo por completo, sentirían hambre y comerían las almas de aquellos que invocaron a la oscuridad.

Satanás desapareció y apareció en otro lugar, la brisa chocaba contra su rostro, levantando la túnica, caminó hasta la orilla del mar y ahí esbozó una sonrisa.

—Es hora de que despiertes mi amor, la hora de la venganza a llegado. 

LUCIFER, el ángel caído || Pausada IndefinidamenteWhere stories live. Discover now