LUCIFER, el ángel caído || Pausada Indefinidamente

[HAIL LUCIFER]

Las velas negras al rededor de la estrella de fuego estaban colocadas cuidadosamente.

En una copa de cristal, yacía la sangre de Satanás.

Belfegor, Amón y Asmodeo estaban parados frente a cada punta de la estrella al igual que Satanás, todos vestidos con una túnica de color rojo, solo quedaba un centro y una punta vacía.

[...]

Jimin caminaba con aquel muchacho en completo silencio.

-¿A dónde vamos? - preguntó el jóven castaño al ver que las calles estaban cada vez más solitarias.

No es como que conociera a Park Jimin desde hacía mucho tiempo, en realidad lo conocía desde hacía un mes.

El jóven de cabellera gris nunca fue muy sociable, únicamente se mantenía siempre cerca de un chico de cabello rosa, de eso toda la escuela se había dado cuenta, donde estubiera aquel jóven, estaría Jimin y nadie sabía la razón.

-Será divertido... Algo nuevo tal vez para ti.

Park sonrió envolviendo al jóven con ese pequeño gesto lleno de maldad.

-Está bien - tragó en seco, y esque como podía negarse ante aquel muchacho de perfección pura, el sólo deseaba a Jimin, estaba locamente enamorado sin saber que era lo peor que podía hacer.

El demonio supo jugar bien para que los ángeles no se dieran cuenta de su existencia​, se mantuvo lejos y tan cerca al mismo tiempo, en tan sólo un mes jugó con la mente de un mortal para poder manipularlo y utilizarlo en su debido momento.

-Llegamos - informó Park parándose delante de lo que parecía ser un club nocturno.

-¿Debemos entrar ahí? - preguntó el chico tragando de nuevo al ver las pequeñas puertas abiertas que dejaban ver unas escaleras hacia un interior completamente oscuro.

-No seas gallina... ¿A caso tienes miedo?

-¡Claro que no!

-Entonces vamos.

El castaño dudo pero finalmente se adentró seguido por Jimin.

Una vez tocaron el suelo, un camino de velas se encendió hasta llegar a una puerta negra.

Los dos avanzaron y al llegar, ésta se abrió sola, dejando ver a cuatro individuos con túnicas rojas.

-Adelante - habló un jóven de cabello azabache sonriendo ampliamente.

Los dos entraron y el jóven castaño sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Jimin caminó hacia una esquina y tomó su túnica para colocarsela, seguido de eso, tomó una daga e hizo una cortada en su mano para dejar su sangre escurrir en la copa junto a la de Satanás.

-¡¿Qué mierda haces?! - preguntó el chico escandalizado empezando a retroceder.

-No te asustes - calmó el peli gris acercándole la copa - Bebela.

-¿Estás loco?

-Confía en mi quieres... No haremos nada malo... Te dije que sería algo nuevo para ti, es divertido lo que viene después. - Jimin se acercó al chico y le susurró al oído - ¿No te gustaría averiguarlo? - su lengua lamió el lóbulo de su oreja, erizandole la piel.

El castaño, envuelto por la curiosidad y el deseo de sólo pensar en una idea errónea de esas palabras, miró la copa y frunció la boca.

Era asqueroso ver el contenido, beber la sangre de alguien más no estaba en sus planes pero la curiosidad era más fuerte que eso.

Sin darse cuenta, Jimin lo empujó hasta el centro de la estrella y después se colocó en su punta correspondiente.

Satanás comenzó con la invocación utilizando un lenguaje que únicamente él conocía, mientras los demás recitaban un canto en latín.

El jóven por fin lo decidió y acercó la copa a su boca, bebiendo lentamente el contenido.

En cuanto la última gota fue bebida, la copa cayó de sus manos quebrándose en el suelo.

El chico se sujetó la garganta y empezó a tambalearse de un lado a otro, sus venas se marcaron y empezó a escupir saliva. Cayó de rodillas al suelo y miró suplicante a Jimin pero Leviatán solamente sonrió con burla.

-No debiste confiar en un demonio - dijo viendo la mirada confundida del chico - Tu sacrificio debía ser voluntario y tú decidiste beber la sangre... Nadie te obligó.

El aire apagó las velas, dejando solamente la estrella iluminada, el canto se hizo más fuerte y el chico entonces empezó a gritar.

Los gritos eran desgarradores, sentía su piel quemarse y humo empezó a salir de ella.

-¡Hail Lucifer! - gritaron todos los demonios al unísono y entonces una mano atravesó el estómago del muchacho.

De su boca salió expulsada sangre, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando vió otra mano atravesarlo.

El cuerpo del muchacho cayó sin vida al suelo y su piel se abrió, dejando salir una cabeza, junto con unos brazos.

Los demonios miraban atentos como un cuerpo salía lentamente de otro.

Cuando Lucifer estuvo completamente fuera, bañado en sangre se mantuvo hincado frente a Satanás, dejando ver las marcas de sus alas cortadas en su espalda desnuda. Su cuerpo y alma se habían unido de nuevo y su corazón latente, estaba lleno de odio y venganza.

-Lucifer... Te he traído de vuelta para que al fin puedas vengarte de aquellos que te humillaron y desterraron, de aquellos que cortaron tus hermosas alas y ocultaron tu alma.

Lucifer miró al demonio mayor y se puso en pie un poco tambaleante.

-Tú serás​ mi único Rey, Satanás, prometo serte fiel si tú me ayudas a cumplir mi venganza.

-Lo haré... Juntos lo haremos, los cuatro príncipes del infierno, cuando la profecía se cumpla, causaremos el caos en el cielo y juntos derrotaremos a los seres de Dios.

-Entonces estoy a tu servicio, Satanás.

-Tu tarea, a partir de éste momento es corromper el alma de un humano, hacerlo cometer hasta el último pecado y por último crear un lazo con él.

-Belial

-Exactamente, porque cuando ese mortal decida morir, puede convertirse en un ángel de Dios siendo iluminado y perdonado o puede darle vida a Belial, el cuarto príncipe infernal.