Capítulo 4

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—Jeno… ¿Puedes decirme de una maldita vez a dónde vamos?—dice Jaemin entre dientes.
 
Jeno le había levantado al día siguiente, lo guió muy dormido a la ducha y le ayudo a ducharse, Jaemin probablemente hubiera dormido allí parado si Jeno no estuviera constantemente despertándole. El menor obtuvo un rápido desayuno de cereal con Jeno en el cual solo le insistía saber donde iban y por qué le saco de la cama de esa forma, ya que no le gustaba demasiado que interrumpieran su sueño, siempre hacia torpe su día y se enojaba la mayor parte, eso arruinaba su día completamente, pero aún así…solo respondía que algo se le había ocurrido y quería que le acompañara.
 
Jaemin estaba luchando con sus parpados en el asiento copiloto intentando distraerse mirando la ciudad, pronto tendrían que viajar e ir a alguna otra ciudad y hacer un concierto, a Jaemin le agradaba conocer cosas nuevas, pero no era tan bueno como echarse un buen tiempo en el mismo sitio, la misma cama, el mismo olor y el mismo familiar desorden que un simple y plástico hotel, no se quejaba del costo, solo un tanto de la maldita hospitalidad, el maldito servicio al cuarto y las malditas personas que siempre intentaban entrar a su habitación para quién sabe qué cosa tomar y vender en internet.
 
Jeno se mordía el labio y de vez en cuando Jaemin podía observar que el metal en este se giraba, parecía doloroso, pero no se veía tan mal en Jeno, se distrajo pensando en cómo verse con uno de esos, quizás no uno en el labio sino bajo este, o en su nariz, aunque siempre había detestado hacer muchos cambios a su rostro, demasiado perfecto para ello.
 
—Jeno, estoy esperando tu respuesta desde hace un rato—dice y Jeno está deteniendo el auto, un semáforo en rojo ante ellos.
 
El mayor lo mira y sus ojos son brillantes como su labio inferior por habérselo mordido un buen rato. Le sigue mirando unos segundos y sonríe, es amplia y bastante atrevida como cualquier cosa que venga de Jeno. Se veía bien esta mañana, una camisa sin mangas, jeans rotos y su cabello ni siquiera había estado en un intento para peinarse. Jaemin llevaba unas zapatillas negras bastante rasgadas y sucias, unos shorts con más hoyos que tela y una camisa de mangas cortas que tenía una hoja de marihuana en ella, la camisa era de Jeno aunque antes haya pertenecido a Haechan.

Jaemin observa a través de la ventana mientras Jeno de nuevo pone el coche en marcha y gira en la esquina, las calles se le hacen muy conocidas.
 
—¿Iremos con Rex? 

Jeno no responde pero sonríe, eso es un gran sí. Rex es el chico que hizo cada uno de los tatuajes de los chicos, coloco cada piercing y arete en los chicos, era un buen amigo que llevaba el pelo rojo desde que podían recordarlo.
 
—¿Te harás un tatuaje?—dice Jaemin frunciendo sus cejas.
 
Jeno niega con la cabeza, ¿Por qué no ha dejado la sonrisita? Podría ser fastidiosa para Jaemin, era tan atrevida y desconocía el motivo, eso lo hacía frustrarse un poco, antes de finalmente…caer.
 
—Oh no, tú no me obligaras a ponerme un piercing, ¿Cierto?—Jaemin aleja la espalda de su asiento alarmado.
 
—Voy a hacerme uno también y te acompañaré en tu dolor—dice Jeno sonriendo hacia el camino, pero la sonrisa va directo para Jaemin.
 
—Ni lo pienses, así que puedes ir devolviendo el maldito auto ahora.

Jaemin se cruza de brazos mientras frunce sus labios, oh no, claro que no quiere hacer eso, podía haberlo pensado quizás si le hubiera participado pero ahora mucho menos va a cooperar, el no lo hará, no si Jeno pensaba engañarle y luego dejarlo sin salida cuando estén en el local, no.
 
—Jaemin—canturrea el mayor—No seas nena.
 
Jaemin utiliza su mejor mirada fulminante hacia él, sabe que lo puede observar de reojo si se esfuerza.

—Puedes preguntarme, ¿Sabes? No solo puedo hacer siempre lo que se te venga en gana, luego voy a tirar de tu maldito piercing en tu pezón hasta rasgarte la piel si me obligas a hacer esto.
 
Jeno ríe, demasiado orgullo y tan pequeño.

—Oh, no lo harás…Tú amas mi piercing —dice en un tono burlón.
 
Jaemin presiona sus labios juntos, el no puede decir nada en contra, el solo no va a bajar del auto.
 
—Jaemin, serás una persona corriente y bajaras del auto sin problemas, ¿Cierto? —Jeno dice mientras va bajando la velocidad al acercarse al local.
 
Jaemin no responde, pero se sentía como un  niño malcriado, malcriado y usado, engañado. Terminaría cediendo, Jeno lo sabía.

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