Pienso detenidamente en las posibilidades que tengo de ser feliz sin aquella dulce mujer que adornó por mucho tiempo la vida de quienes la amaron de verdad, y es que, ¿acaso es posible que alguien a quien amas pueda lograr ser parte de ti? Ahora, gracias a ella creía que si alguien no provocaba esa sensación en ti, nunca te quiso realmente. Se define felicidad por un estado permanente de júbilo y dicha, sin embargo me considero aún ahora como una persona triste con breves momentos felices, ya que, también creo que una persona es feliz hasta donde la desgracia llegue y, avanzando más y más sólo puedo esperar aterrizar en un lugar del que sólo esperaría que ella alcance.
Aún sin lograr dormirme me paseó de un lugar a otro en mi pequeña y cómoda habitación de 250.000 pesos Colombianos que cuenta con un mueble sucio y color verde que fue testigo de mi miseria, y una cama desgarrada y alborotada que ha secado todas y cada una de las lagrimas más dolorosas que han salido de mi. Sólo puedo distinguir aquellos gritos desesperados que mi habitación llenaron y aquellos momentos desesperados que sólo quedaron grabados en mi mente, ahogados por el sonido de mi propio silencio, aquel silencio tan ensordecedor que termina lastimando, sin duda sé muy bien que falta ella.
Es extraño que los antidepresivos me vean con una sonrisa tan peculiar. me invitan a acercarme y... aunque puedo evitarlo, obedezco a su llamado, y es en ese momento en el que expongo claramente que Laura tiene una voz muy depresiva para mi gusto.
-¿Que estoy a punto de hacer?- me cuestiono una y otra vez al ver las notas en el piso y las sábanas por los suelos dentro de mi habitación. Apenas han pasado 3 días desde que se fue y siento que cada segundo pasa desesperadamente lento.
Camino con pocas fuerzas y una lentitud exasperante hasta para mi, en dirección al diminuto cubículo donde tengo la repisa de medicamentos recetados para la extraña condición que tengo, ¡si! Aquella que es tan conocida y a la vez tan rara e incomprendida.
Transcurridos unos minutos pienso otra vez en ella, pero en lugar de ira me viene nostalgia e impotencia, es un hecho indudable que la extraño hasta en la más mínima parte de mi cuerpo, mente y sentimientos. Nunca había tenido tanta cercanía hacia alguien así como lo fue con ella y, como resultado creí que alguien me duraría para siempre y eso, se siente tan bien hasta que te estrellas de frente contra una realidad que te tiene reservado algo tan doloroso y terrible que hasta podría decirse que es sano.
Aún entre llantos callados y lágrimas por salir logro tomar los antidepresivos, los tengo tan cerca que puedo sentirla a ella conmigo.
-¿Por qué tenías que irte? Aún tenía mucho que contarte; imagina que todo es tan oscuro, tan vacío y tan frío que ahora al fin reconozco que fuiste siempre tú quien arropaba este horrendo lugar, fuiste tú quien le dio color a este gris paisaje, y vida a este cuerpo muerto.-
expreso nostálgico, entrecortado y con ojos llorosos aún viendo una foto de la mujer que realmente amé toda mi vida, la cual compró un boleto de sólo ida en el avión llamado leucemia.Coloco la fotografía a un lado de la mesa donde apoyo mis manos mientras miro al espejo frente a mi, sólo para ver una última vez a aquel personaje triste que perdió su único momento feliz, y que, ahora tomando por primera vez la iniciativa decido ingerir tantos antidepresivos como las lágrimas esparcidas por toda mi casa. Es el fin, eso supongo, es raro sentirse tan mal y a la vez, libre por fin...
Pienso una vez más en el día que tuve, pienso también en las personas que vi hoy y en como no tienen idea de lo que está a punto de suceder, y es allí donde entra en acción la pregunta que me hizo mi hermano una vez: "¿crees que valgamos algo en la vida de alguien más?" Y... sinceramente si pudiera hablar con el otra vez creo que le diria que no, porque es cuando estas a punto de irte el momento preciso donde aprendes si realmente vales algo y el por qué de vivir, y aún con esa motivación uno elige la opción sencilla, el camino corto que lleva a una paz gratuita... transcurre el tiempo, minutos eternos, segundos alargados y horas incontadas para el que no ve sino una luz al final más allá de la bombilla que está en su techo, esa que está parpadeando, a punto de irse conmigo también.
-Todo es ta...- expresó, ahora desde otro ángulo, el joven en aquella habitación sujetado de la mano de un paramédico que atendió la extraña llamada de una vecina asustada por la desesperación y el alboroto que dicha persona provocó en su piso y la expectativa de saber el porqué no atendía a la puerta horas después. Sin saber aún que estaba escuchando los momentos finales de una persona feliz de haber estado triste toda su vida.
Las ventanas se cerraron para aquel joven esa noche mientras que una tempestad apareció en las ventanas de otro, uno más joven e inexperto. Steven, contaba con 18 años recién cumplidos cuando lloró la partida de su madre en un cuarto de hospital y, semanas después el descanso eterno de su hermano mayor de 25 años.
Esperen el siguiente capítulo, espero les haya gustado este.
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Cuando se cruzan las estrellas
Short StoryRelato breve de la vida de un chico al que nadie le puede interesar.