Trece.

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—¿Qué... Qué fue...?

—Si me pides una explicación, te daré la misma que me diste —me senté bien en la silla.

Su gran sonrisa borró automáticamente los oscuros días que pase.

—¿Le pones start? -me refería al juego en esta vez.

Michael asintió y empezamos una partida de juego.

Cuando él jugaba era la persona más gritona, se movía exageradamente dentro del sillón y presionaba los botones rápidamente.

No entendía de a donde había salido la necesidad de besarlo. Pero ya no puedo ocultarlo, siento algo tan fuerte por él que ya se me hace casi imposible tenerlo solo para mí. Quiero besar sus labios una vez más, quiero dormir con él. Quiero acariciarlo, quiero tocarlo.

—Creo que me iré a mi habitación, hasta mañana.

Y solo lo hacía con el propósito de que me acompañe.

—Oh, está bien. Si, ya es tarde y hace frío aquí.

Salí y me metí a la habitación.

Me senté en la cama.

Enamorarse es caerse en un pozo muy oscuro, un pozo profundo que muy pocas veces puedes salir. Pero dentro del pozo encuentras todo lo que búscate y eso te hace quedarte.

Michael era algo químico dentro de mí, su reacción estaba limpiando y vaciando todo aquel rastro de amor pasado y reemplazándolo por algo sumamente mejor.

Alteraba mis circuitos y mis motores. Él me hacía sentir mal de una manera tan viva.

Y como si mis pensamientos de verdad pudieran llamarlo, él entro a mi habitación con el león en manos. Venía vestido de una camiseta sin mangas, unos pantaloncillos cortos negros y descalzo.

Él era jodidamente hermoso con cualquier mierda encima.

Él sonríe y me deja pensando "Yo solo quiero ver esa sonrisa otra vez"

—Ahora ¿Cuál es la excusa? 

Él suelta su risita y se acerca.

—Ninguna.

Él se sienta justo al lado mío y me mira, está esperando una explicación concreta de lo que sucedió.

—Quieres una explicación ¿sabes qué? Te la daré —tomo aire.

Me arrepiento casi de inmediato, mi corazón va a estallar y siento mareos, con una sensación de vómito consigo.

-Llevo sintiendo cosas por ti desde ya hace un tiempo, y he tratado de esquivarlas o negarlas, desde hace un tiempo también. Pero después de lo que paso en la casa del árbol me di cuenta de... Estoy enamorado de ti, Michael.

Sentía su mirada sobre mí, y no la movía. La confesión había salido rápida y casi entendible. Pero su mirada y su silencio me estaban poniendo triste.

—Por favor deja de mirarme, siento mucha vergüenza ahora mismo.

Él suelta otra risita ruidosa y mira a otro lado.

Pude sentir mi cara roja y mis ojos estaban picando, era de esas veces que te olvidas como respirar, no podía hacerlo en este momento, él no me decía nada.

 —Yo... Yo no sé qué decir.

—No es necesario que digas nada.

—No, sí.

Él se paró de la cama, tal vez él quiera irse. No fue buena idea decirle, después de todo.

—Yo, te besé. Porque quería romper esa relación de amigos.

I Don't Like Him [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora