O8. Un demonio peculiar.

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"Querida hija,

Por aquí ha estado tranquilo, nada fuera de lo común y sabes a lo que me refiero. Tu familia te extraña demasiado. Llevas un año fuera y espero que eso haya sido de total aprendizaje. Confío en que el entrenamiento de Urokodaki te hará más fuerte y logrará prepararte a la próxima selección. Sabes que no estás sola y que tu familia te ama. Tengo la esperanza de que sobrevivirás a todo. Espero más de tus cartas.

Con amor, Kagaya Ubuyashiki"

—Vaya... eso fue breve.—Susurré al leer aquella carta. —Añoro mi familia...

Pocas semanas faltaban para aquella selección. Necesitaba acabar los entrenamientos de Tomioka lo antes posible.

Entonces, me hice una coleta alta.

Estaba lista para todo.

Caminé en silencio con Tomioka.

Ahora me dejaba más en lo alto de la montaña que de costumbre.

Vamos no es para tanto... puedo hacerlo...

—Sayonara, Tomioka-San...—Diría con una sonrisa tomándolo desprevenido, estaba muy amargado hoy.

En un abrir y cerrar de ojos, el desapareció.

Avancé un poco... comencé a oír aquellas cuchillas.

—Concentración total. Respiración helada.

Tomé aire de forma leve para comenzar a esquivar aquellas cuchillas que amenazaban con atacarme.

Seguía el consejo de Kanao, no perdía la respiración concentrada ni por un segundo.

Lo conseguiré.

Entrenaré tanto hasta que sienta que mi corazón vaya a explotar junto con mis pulmones y mis venas.

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—¡No hagas movimientos incensarios, Zaneri! Solo intentas cortar un árbol, no hacer papel con el. —Regañaba el de ojos azules.

Intentaba hacerlo por milésima vez. Tomioka lucía enojado.

—¡Lo siento!

—Tienes potencial, pero al momento de pasar tu hoja es como si te distrajeras. No uses una posición, solo tu técnica. Deja que la sangre corra por tu cuerpo, no lo tenses. Solo deja que tu corazón haga su trabajo. Si no dominas tu técnica, jamás lograrás efectuar una posición correcta.

—Sabes, prefería la carrera de obstáculos por el monte.—Me quejé.

—No te distraigas. Ya subiste de nivel.

—Adoptaré una roca y le pondré tu nombre. La trataré igual de cortante, verás como no aguanta. Y las rocas ¡ni sentimientos tienen!

—Cortar deberías tú, con esa katana. Débil.

—Touché.

La semana transcurrió con lo mismo. Ya se me habían acabado las bromas hacía Giyu Tomioka. Como era de esperarse, él seguía regañándome de que debía hacer y que no.

—Respiración concentrada.

¡Bom, Bom!

Era mi pulso.

Imaginé una línea color blanca cortar el árbol. Justo así pasé mi espada.

—¡Si!—Grité emocionada.

—Ya habías tardado.

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En el mismo mundo. (KNY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora