18. ¿Fue una cita?

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Me adentre a mi habitación que tenía en la sede, había escapado de las garras de los kakushi (eran cazadores enmascarados que nos transportaban a sus espaldas a lugares donde no debíamos saber su ubicación o cuando es obligatorio ir a un lado acompañada).

No era de extrañarse si algún pilar se quedara en la sede a dormir.

Es que algunas de las reuniones de los cazadores de demonios culminaban tarde, a veces ayudaba a mi padre a caminar y mis hermanas conmigo éramos sus ojos. La mansión Kagaya era mucho más complicado asistir, como pronto partiría a la hacienda insecto, decidí no ir hasta allá.

Este lugar no cambiaba... nadie había movido ni un solo polvo de aquí.

Me sentí en mi hogar...

—Hora de descansar.

Me quite aquel uniforme de demon slayer por un día. Ahora que lo noto... cada quien personifica su uniforme a su estilo... el más parecido al mío era el de Kanao.

Alfin un poco de libertad. Me miré al espejo para hacerme una coleta... pero ya no tenía mi cabello largo, había olvidado ese detalle, así que solo lo cepillé.

Me arreglé, lo más normal posible. Hace mucho que no lo hacía.

Esperé delante de la salida de la sala de reuniones.

La curiosidad me mató, así que me asomé aquella habitación... pude ver cómo estaban comiendo alegremente...

Eso me llenó de alegría

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Eso me llenó de alegría... Decidí no adentrarme. Al parecer es algo interno que tienen... que se da de mil en cien años. Los pilares no suelen llevarse bien entre ellos pero Oyakata-sama siempre encontraba una manera de que esto funcionara en cada reunión... un intento de convivencia.

Es común que esto ocurra, sus choques de personalidades. Son personas que han sufrido demasiado cada uno de ellos, ninguno está ahí por casualidad.

El mundo nuestro es muy irregular. Esta hasta podría ser la ultima vez que se vieran...

Esperé unas horas, tal vez menos... fuera del salón.

Hojeaba algunos libros y escritos para matar el rato. Solía leer a escondidas los escritos que tenía prohibido... cosas de Kagaya...

Al ver a Tomioka-San le llamé. Él se acercó. Lucía muy cansado.

—Giyu-San

—Zaneri-San.—Me llamó tiernamente. Lo que me llevó al recuerdo de hace años... la primera vez que lo había dicho. Sentí mi corazón dar un salto por tanta ternura.—¿Porqué no dices Tomioka-San?

—Me gusta llamarte como no muchos te llaman, Giyu-San. ¿Qué harás hoy?

Él quedó pensativo.

Se estará preguntando porque le hablaba... si no teníamos actualmente alguna misión en común. Anteriormente me había entrenado casi de manera obligatoria...

En el mismo mundo. (KNY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora