22. Canción de cuna.

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Fui llevada hacia la mansión de Oyakata-sama por los Kakushi (los enmascarados). Al parecer su esposa y él querían hablar conmigo.

No solo ella... era reunión familiar.

Aún estaba triste. Aquella escena de mis padres me había pegado una gran bofetada, junto con la muerte de Renguko-San...

Cada una de sus palabras las había grabado en mi cerebro y en mi alma.

—¿Crees que quiera saber la verdad?— Amane Ubuyashiki le susurró a mi padre.

A menudo me comparaban con ella. Decían que físicamente éramos parecidas. Nunca entendí el porqué. Ella le encantaba nuestros parecidos, pero a mi me llenaban de intriga.

Mis hermanas eran cinco en total. Pero era raro que habláramos desde que me uní a los cazadores de demonios. Aunque cuando Oyakata-Sama me cuidó, ellas me trataron como si fuera parte de la familia, igual su esposa.

Los nombres de las hijas son Hinaki Ubuyashiki, Nichika Ubuyashiki, Kiriya Ubuyashiki (tiene pene pero para mí siempre será mujer), Kuina Ubuyashiki, Kanata Ubuyashiki, todas muy parecidas...la única que era pelinegra era Kiriya.

Vale me explico... es el único chico en los hermanos pero hasta los trece es tratada como chica. Es decir, su apariencia. Deberá arreglarse así hasta los trece... no comprendo bien el porqué, sin embargo, creo que tiene que ver algo con la enfermedad qué pasa de sucesor a sucesor.

Espero que Kiriya no se moleste porque siempre la vea como mi hermana... como una niña, no importando la edad que tenga. Aunque actualmente tenga unos ocho años... Siempre me olvido que es chico debido a su apariencia tan delicada.

La familia tiene un tipo de maldición, es por esto que Oyakata-Sama las sobreprotege.

Hasta conmigo lo hizo. Por suerte comprendió que me hacía feliz ser una sádica mata demonios... y no era uno de ellos.

—No es querer, es su derecho.—Le respondió mi padre transmitiendo esa peculiar tranquilidad.

—¿Decirme...?

—Zaneri-San ¿Cómo te ha ido? Hace mucho no nos visitas.

Oyakata-Sama lucía serio. Parecía que tuviera algo que decirme, una bomba.

Debía contarle lo de las misiones grupales... debía tenerlas junto con Tanjiro, Inosuke, Nezuko y Zenitsu... no podía volver a estar sola... no de nuevo. Creo que a raíz de eso es que no había avanzado en esos años.

—No he podido visitarlos... quería hacerlo... Supongo que recibiste la noticia...

—Sí... Recibí la noticia.

—Se sacrificó para salvar a doscientas personas...—Susurré en un hilo de voz.

—Zaneri...

—Zaneri-San...—Habló la esposa con delicadeza.—Algún día todos vamos a morir... pronto nos encontraremos con ellos.

—Yo tampoco seguiré con vida por mucho tiempo... en poco tiempo Kyojurou y la mayoría de aquí partiremos a la tierra de Yomi.—Porfin habló Oyakata-Sama.

Quería llorar de nuevo pero lo retuve. Mi padre, tenía el don de la predicción... o bueno, era bastante acertado...

—¿Qu-Qué? ¿Yo moriré?

Oyakata-Sama y Amane se acercaron a mi, dándole una mirada a sus hijas de que se retiraran.

—No, aún no.—Amane me tomó de las mejillas. —Me siento honrada de que tú madre haya confiado en nosotros para que te cuidáramos.

En el mismo mundo. (KNY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora