Capítulo trece

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Harry estaba hecho un flan desde su nuevo encuentro con Louis, ya que en este apenas todo se había desvelado y por ello, estaba soportando en silencio todos los reproches de su hija, la cual le recriminaba el que le ocultara que su otro padre estuviese tan cerca de ella.

Además de eso, tenía muchas más cosas en la cabeza pues también estaba la lectura del testamento, donde sus padres intencionadamente habían puesto el apellido de Louis junto al nombre de su pequeña.

Luego estaba el hecho de que estos le hubieran dejado el control de sus empresas, con la condición de que él se quedase en los Ángeles y además el hecho de que hubiesen heredado a Valery con  la casa pues ellos mismos habían sido los que los habían desterrado años atrás.

Todo eso le era incomprensible y le asustaba pues no tenía ni idea de hasta donde alcanzaba la mente retorcida de sus padres, ya que a pesar de que se habían muerto, estos seguían poniendo su vida patas arriba.

También le preocupaba mucho su hermana Gemma pues esta no había acudido a la lectura ni sabía nada de ella, apenas conocía los detalles de lo que había pasado en realidad pues sabía de la versión que Anne le había contado a Karen.

Pasase lo que pasase, su hermana era digna de compasión y no le podía reprochar nada pues él había estado lejos por mucho tiempo y esta se había quedado sola a la merced de sus retorcidos padres.

Karen tras hablar con su madre siempre le contaba que Gemma era una niña muy difícil, que se escapaba de casa y del colegio, que no estudiaba y que siempre tenía rabietas.

Ese fatídico día en que Gemma alcanzó los quince años, su madre había dicho que habían tenido que evaluarla psicológicamente y luego ingresarla en una clínica mental pues esta se había vuelto incontrolable.

Al parecer en la fiesta que le habían organizado en el jardín con motivo de su cumpleaños, según Anne, Gemma había hecho otro escándalo, luego había empezado a tirar cosas al suelo, mientras los increpaba y no contenta con eso, cogió el cuchillo de partir la tarta y había intentado acuchillarlos.

Entre James, el mayordomo y algunos padres de los adolescentes invitados finalmente habían conseguido sujetarla y llevarla a su habitación, donde la encerraron mientras llamaban al médico pero poco después olieron a quemado y entonces miraron hacia su ventana, de donde salía mucho humo y llamas.

Al parecer Gemma se había hecho con un mechero y había incendiado las cortinas y la ropa de su cama, con la intención de matarse y quemar la casa.

Esa era la versión que él conocía, aunque nunca se la había creído del todo pues él recordaba a su hermana como a una niña buena y dulce y no como la loca asesina que le habían querido pintar.

Sabía que si Gemma había tenido problemas mentales hasta el punto de que un médico la encerrase en una clínica mental, era porque sus padres le habían manipulado a su antojo durante años, llevándola de aquí para allá y llenandola de mentiras hasta que esta ya no había podido soportarlo más.

A Harry le hubiese gustado estar más tiempo con ella y que le hubiese contado como realmente se habían dado las cosas, entonces llorar, perdonar, abrazarse y juntos seguir viviendo ahora que sus padres no estaban para hacerles más daño pero esta se había ido rápidamente.

No tenía ni idea de dónde podía encontrarse, ni dónde pasaba las noches y los días o quién era el tipo que la había estado esperando en un coche, fuera de la propiedad.

Temía que ésta estuviese pasando penurias o que incluso estuviesen abusando de ella pues cuando la había visto, a pesar de lucir saludable aunque bastante delgada, sus ojos estaban tristes y su cuerpo temblaba.

—Joven...el señor Louis Tomlinson está aquí—dijo James tras tocar a su puerta.

—Gracias...dile que ahora mismo bajo.

—Muy bien, joven.

El ojiverde resopló molesto y acto seguido se incorporó de la cama, donde había pretendido descansar un poco antes de enfrentarse su hija y al ojiazul pero no había conseguido pegar ojo.

—Bien...que sea lo que Dios quiera—dijo antes de arreglarse frente al espejo y luego salir por la puerta de su dormitorio.

Cuando llegó al salón, ya u hija Valery estaba junto a Louis y James, esta se había arreglado y estaba muy guapa, Harry chasqueó la lengua ya que suponía que eso era para impresionar a su otro padre, el cual también lucía muy arreglado y con una sonrisa de oreja a oreja.

—Joven, la cena estará en unos minutos...¿ordeno que les traigan algo para beber?—habló James muy servicial.

Louis negó y entonces el ojiverde hizo un ademán con la mano para que el mayordomo se fuese.

—Bien papá pues comienza...cuenta toda esa verdad—dijo su hija algo impaciente.

Harry suspiró profundo y carrapeó para aclarar su garganta, mientras caminaban hasta la zona de los sofás donde tomaron asiento.

—Bueno...Louis y yo—comenzó diciendo—…nosotros nos conocemos desde primaria...desde pequeños hemos estado en la pandilla junto con Zayn, Liam y Niall....nosotros éramos muy amigos y siempre estábamos juntos, aunque él y yo siempre terminabanos discutiendo por tonterías....hubo una fiesta de disfraces y bebimos...sin saber quien era el otro, acabamos enrrollándonos y haciendo el amor...a la mañana siguiente tras descubrirnos, cada uno cogió su ropa y nos fuimos no sin antes acordar callarnoslo y olvidarlo...

—Hay algo que no puedo entender—interumpió su hija confusa—…Si él y tú os conocíais tanto... ¿cómo es que aún bebidos no os reconocisteis? ...Y otra cosa...para terminar así, ambos teníais que gustaros mutuamente porque sino sería imposible...¿No es así?.

Harry y Louis entonces se miraron y acto seguido el ojiazul sonrió tímidamente.

Harry y Louis entonces se miraron y acto seguido el ojiazul sonrió tímidamente

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—Yo nunca conseguí olvidarte, Hazza.

22. Tengo una hija con mi enemigo - Larry Stylinson. TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora