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Ante la pregunta de su hermano mayor sólo se limitó a mirarlo confundido.-¿Eh?.

Senjuro..., ¿has visto a alguien dejar cartas en nuestro buzón?.-volvió a preguntar con la esperanza de recibir aunque sea una pequeña pista que lo acerque a descubrir la identidad detrás del ciervo.

Tras volver a escuchar la pregunta intentó recordar las veces que salía a recoger las cartas y negó con la cabeza.-lo siento hermano, no recuerdo haber visto a alguien cerca.-miró apenado al mayor.

Al escuchar esta respuesta sus esperanzas se redujeron al mínimo pero su sonrisa no desapareció.-Gracias de todas formas Senjuro.-le desordenó el cabello al menor, para luego agacharse y así quedar de su estatura.- ¿Me podrías hacer un pequeño favor?.-ante esta pregunta el pequeño asintió.- si la próxima vez que recojas las cartas ves a alguien cerca, ¿me podrías decir cómo es físicamente?.

El menor de los Rengoku se encontraba aún más extrañado.-¿eh?, e-está bien.-quería preguntarle el porqué de aquella petición pero el mayor fue más rápido, ya que le agradeció y volvió apresurado al interior del hogar.

¿Será una cazadora o una kakushi?.-miles de dudas lo azotaban mientras caminaba por los alrededores de su residencia. Detuvo su andar al percatarse de que pasaba demasiado tiempo pensando en la posible persona tras el "ciervo".-debo concentrarme en mis labores como pilar.-se regañó y se dirigió a entrenar.

¡Muchas gracias pequeña!.-la madre de Hikaru abrazaba con lágrimas en sus ojos a la cazadora.

No se preocupe sólo es mi deber.-le sonrió y se despidió de la madre e hijo.

Tras terminar de devolver a los pequeños con sus familias y de disculparse con los padres de aquellos niños que jamás volverán se dirigió a la salida del pueblo.

La pena la carcomía, ella entendía el dolor de esas familias.

Todas esas expresiones de dolor que mostraban al enterarse de que no verían de nuevo a su ser querido le removían sus recuerdos de la infancia.

Por aquel entonces sus dos padres eran espadachines, pero de distintos alientos, por un lado estaba su madre, la pilar en esa época del aliento de la fauna, mientras que por el otro estaba su padre, un cazador de alto rango, poseedor del aliento de la flora.

Debido a los rangos que estos poseían solían recibir muchas misiones seguidas, por lo que Naomi con sus dos hermanos y su hermana vivían mayoritariamente bajo el cuidado de su abuela.

Una tarde se encontraban como de costumbre en las cercanías del hogar de la señora ayudándola a recoger distintos tipos de plantas para que después esta pudiese estudiar las propiedades y los beneficios que estas pueden traer a la salud.

Pequeños no se alejen de mi.-les indicó la mujer.-si ven algo extraño díganme de enseguida.-sonrió al ver la alegría presente en los rostros de los pequeños.

¡Vale!.-respondieron al unísono los menores con una sonrisa.

Pasaron tres horas en las que el grupo estaba tan inmerso en lo bien que lo estaban pasando recolectando flores de todos los colores que no se percataron que la noche comenzaba a surgir.

『Cartas Anónimas』≪Kyoujurou Rengoku≫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora