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El sonoro eco que produjo el golpe en el rostro del pelirrojo resonó por cada esquina de aquella habitación. La mujer, aún con la mano en el aire, derramaba pequeñas lágrimas. Por su parte, los trillizos se limitaban a mirarla sin sentimiento alguno.
Ayato chasqueo la lengua, claramente molesto por el golpe. Cordelia limpió sus lágrimas antes de mirar con enojo a su hijo menor.
— Una vez más... — dijo la mujer con el ceño fruncido. — Una vez más, te voy a preguntar... ¿Qué diablos le dijiste a MI hija?! —
— La verdad — fue lo único que dijo Ayato ante las demandas de su progenitora. —
— ¿Qué verdad? — el nudo en su garganta apenas le permitía hablar claramente. —
— La única verdad... Que eres lo peor de lo peor, que no hay mayor escoria que tú — Kanato tomo la palabra en ese momento. — Que no eres, para nada, lo que aparentas —
— Ella lo iba a descubrir en algún momento — Laito río con ganas al ver el rostro de Cordelia. — ¿Por qué esa cara? Todos recibimos lo que merecemos~ —
— No, no, no — cubrió su boca con su mano. — Lárguense... —
— Nos iremos — comenzó diciendo Kanato, mientras se daba la vuelta. — pero eso no hará que ella se quede a tu lado —
Y desaparecieron...
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Lo sabía, no debía permitirles verla, estar con ella; ni siquiera debían haberla conocido, caminaba apresurada hasta la habitación de su hija menor. Su niña, la cual, pensaba abandonarla.
Se detuvo frente a su puerta. Con pulso tembloroso, abrió la puerta encontrándose a la joven cepillando su largo cabello. Por un momento estuvo feliz, corriendo hacia su pequeña para abrazarla por detrás, la contraria se quedó quieta, mostrando un semblante frío e inmutable.
— Creí... creí que te habías ido — las lágrimas se deslizaba por su mejilla. — pero, aquí estás... No te has ido —
— Aún. — Aiko se levantó de su asiento, rompiendo el abrazo de su madre, la cual se enderezó anonadada. — No creas que no me iré. Claro que lo haré. No quiero seguir viéndote más, solo estoy esperando el anochecer —
— No puedes irte, en ese caso yo... — Aiko la interrumpió con el movimiento de su mano. —
— Ahórrate los lloriqueos, mamá. No hay nada que puedas decir para convencerme de quedarme — la fémina sonrío burlonamente. — y agradece el privilegio de que todavía te considere mi progenitora, Cordelia —
— No puedes tratarme de esta forma ¡Te di todo de mí! — sus ojos verdes se clavaba en su hija. — ¡Te cuidé cuando me necesitabas! ¡Todo lo que recibí siempre fue para ti! Solo te pedí... Que no me dejes nunca, ¿es demasiado acaso? —
— Sí, y estoy agradecida por todo — Aiko puso sus ojos en blanco. — pero me mentiste, siempre lo hiciste. Cada navidad, cumpleaños, año nuevo o festividad me negaste su compañía, me hiciste sentir ajena a mi familia —
— ¡Yo soy tu familia! —
— ¡Tú no eres mi familia! — podría jurar que la joven le acababa de rugir. — la familia no miente, la familia comparte y es comprensiva... Cuando creía que estaba bien y que mis hermanos me querían, lo estropeabas —
Cordelia guardó silencio, ¿cómo protestarle aquello?
— Pero... lo hice por nosotras — lo dijo en un hilo de voz, no podía más. —
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La hija de Cordelia Sakamaki
Hayran KurguDespués de que los trillizos demostrarán total rechazo hacía ella, se dio cuenta que necesitaba algo que amar y que la amase por igual, y nada mejor que una hija. &&&&&&&&&&&&&& Book 1: La hija de las esposas Sakamaki.