𝑳𝒂 𝒑𝒖𝒆𝒓𝒕𝒂 𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒕𝒂

Ocho

Con miedo el morocho salió de su casa y al lograrlo suspiro aliviado. Camino por la calle y al toparse con el café de su amiga cerrado frunció el ceño.

Se acercó curioso y no había nadie, parecía estar abandonado desde hacía meses. Podía entenderlo, él no había salido desde hace un año.

Una joven miró al muchacho y se acercó a él curiosa de lo que hacía.

—¿Necesitas algo? — preguntó la castaña amablemente — ¿Puedo ayudarte? Mi nombre es Ivonne.

—Hola — saludo — ¿sabes si Camila esta aquí? — preguntó curioso.

—Lo siento mucho, Camila murió hace cuatro meses — murmuró adolorida.

—¿Cómo? — preguntó con un nudo en la garganta —. Ella no puede estar muerda, ¿qué le pasó?

—Fue ese maldito — murmuró molesta — no se si sepas, pero ella se caso con un idiota por culpa de sus padres y dejó al amor de su vida de lado. Por casualidad de la vida se la encontró y él idiota de su marido comenzó a golpearla y hacerle mucho daño hasta que Cami no resistió — sollozo —. Dios, ella debio ser feliz con esa chica, ¿cómo es que no la dejaron?

—No puede ser — sollozo — ¿la conocías?

—Si, ella era mi hermana — murmuró débilmente — ¿Tú quien eres?

—Miguel, su mejor amigo.

—¿Miguel? — preguntó sorprendida — ella me pidió que te diera esto.

Tomo la pequeña carta y sonrío tristemente. Miró a la joven y se despidió de beso para ir después a casa.

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