—¡¿Qué mierda te dije Miguel?! — grito enfadado —. Te dije que quería unos huevos con jamos, no tocino. Coño.
—Tranquilo mi amor, puedo hacerte el desayuno...
—Ya, ya — gruñó levantándose de la mesa —. No sirves para nada.
Camino hacia la salida mientras el menor intentaba convencerlo de quedarse. Desesperado Miguel se puso frente a su marido. Mala idea
—Quedate cariño, por favor.
—Quítate hombre.
Con fuerza lo lanzó para abrirse paso hacia la salida. El pelinegro suspiro con fuerza y de pronto miró a su hijo Alex quien lo miraba con los ojos llorosos.
—¿Por qué papá te trata así, papi? — preguntó el niño entre lágrimas.
—No llores cariño — murmuró caminando hacia él —. Solo ha tenido malos días.
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𝑳𝒂 𝒑𝒖𝒆𝒓𝒕𝒂 𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒕𝒂
Short StoryCuando amas a alguien dejas que te destruya pensando que aguartar es la muestra de su amor. Sin embargo, es la muestra del poco amor que te tienes a ti mismo...