Sabrina 2

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El celular vibra.

«Hola, amor en qué andas?» —dice el mensaje de 'Juancrú'.

«En casa, jugando al jueguito que me instalaste. Es tonto pero adictivo, vos?».

«Sabía que te iba gustar. Yo volviendo a casa, querés que pase?».

Sabrina cierra los ojos, bufa.

«Estoy cansada, nos vemos mañana mejor, no te enojás?».

«No, dale. No te preocupes. Mi mamá nos invitó a cenar, van mis hermanos, vamos?».

Sabrina piensa una excusa.

«Bueno, dale. Pero después de comer nos vamos si?, no nos quedemos mil horas. Vamos al cine, hagamos algo».

«SÍ, dale, después me fijo que hay y saco».

Deja el celular y cambia de canal hasta que encuentra una de terror. Recita con entonación los diálogos de la protagonista hasta quedarse dormida. La despierta una ráfaga de vibraciones del celular, ¿ahora qué quiere?

«Qué hacés pendeja?».

Sabrina se refriega los ojos y escribe:

«Hola, Benja, cómo estás?».

«Muy bien, tomando algo con los chicos, por irme ya. Estás sola?, querés que pase?».

«Dale, te espero».

Hace la cama, junta la ropa tirada en el piso y la guarda dentro del placard. Se ducha, se seca el pelo con una toalla y elige con atención su ropa interior. La perfuma. Recorre la casa juntando tazas, vasos, pañuelos y ceniceros llenos. Prende un sahumerio. Pone música. Canta.

Benja es unos años más joven que Juan Cruz. Bien formado, pelo castaño, sonrisa encantadora. Viste a la moda. No es muy profundo pero es espontáneo. Juan Cruz tiene unos kilos de más, viste formal y planificador en extremo. Siempre admiró su inteligencia y su contención, parece tener respuesta para todo, de un buen modo. Sabrina siente que de esta manera logra un equilibrio. Mientras nadie se entere no le hago mal a nadie.

«Abrime» —dice el mensaje de Benja.

Sabrina baja, le abre y suben rápido al ascensor. Benja huele a cerveza. La besa, le mete la mano por debajo de la pollera.

Al cruzar la puerta del departamento la acorrala contra la pared, la levanta en el aire. Sabrina lo abraza con las piernas. El camina con ella encima hasta el sillón y se sienta. Le besa los pechos, le levanta la pollera, le corre la bombacha. Ella se queja, le desabrocha el pantalón y lo baja como puede. Acomoda su miembro y lo cabalga hasta acabar. Después él.

Sabrina se levanta y va al baño. Él va a la cocina, se limpia con papel del rollo, abre la heladera, come lo que encuentra y toma del pico. Cuando Sabrina sale del baño se está vistiendo. Lo mira desanimada.

—Me rajo porque si no después no me levanta nadie y mañana arranco temprano —dice.

—Bueno, dale, esperá que me visto y te bajo a abrir.

—Dale. —Revisa el celular.

En el ascensor se paran frente a la puerta, no se hablan. Sabrina sostiene la llave en la mano. Se despiden con un beso en la mejilla.

—Chau, Benja.

—Chau, hermosa, me encantó verte. —Sabrina sonríe.

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