8. Nos vamos de fiesta

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Ya habían pasado algo más de 3 meses desde que habían empezado los rodajes. Habían grabado la Navidad y los "Reyes". Junto a la famosa carta y la escena donde "se besaban hasta perder el sentido" como la propia Carol le decía a Natalia al día siguiente. Habían pasado más de 3 meses desde que Amelia había ido a vivir al piso de Luisita y, desde que la rubia, se había acomodado a las rutinas de las sobremesas después de las cenas, a despertarse fresca y poder desayunar con Amelia estando lúcida, sin resacas y sin tener la boca como si se hubiese comido una zapatilla de esparto por culpa de la resaca. Habían pasado más de 3 meses, desde que ella, Luisita, no había coqueteado con nadie, no había tenido ningún rollito, no había visto a nadie que no fuese a Amelia. Esa mujer la tenía embrujada, para ella solo existía la morena. Pero, con la morena, no había forma. Casi se le había olvidado lo que le había dicho la madre. Ya no sabía como hacer para que Amelia se sincerase con ella. Había estado a punto de sincerarse ella misma. De decirle a Amelia que nunca había tenido una relación seria con un hombre, de hecho, no recordaba la última vez que había estado con uno, pero si cuando descubrió que le gustaban las mujeres y, por supuesto, la última vez que estuvo con una, poco antes de que apareciese Amelia en su vida. Pero sabía que si le decía eso, terminaría confesándole que en ese momento solo había una mujer que la traía loca y, esa mujer no era otra que ella, Amelia, la mujer más maravillosa que había conocido en su vida y, entonces desechaba la idea. Así, sin nada qué hacer al respecto, decidió que ya era hora de reencontrarse con la antigua Luisita. ¿Cómo podía haber cambiado tanto? Ese fin de semana, iba a salir de fiesta, iba a reencontrarse. Si Amelia quería acompañarla, perfecto, si no, saldría ella con María y Ana. Echaba de menos el jaleo de los bares, la música alta, beber hasta perder el control. Bailar hasta que le doliesen los pies. No es que antes saliese de fiesta cada día, pero solía ir a todos los festivales y fiestas que la invitaban, al menos, si coincidían en fin de semana. Por un lado, era bueno para su carrera y, por otro, no tenía nada mejor que hacer y allí se lo pasaba bien. Solía ir con María, "su hermana" en "Amar", o con su amiga Ana o, con las dos y todas y todos los que se apuntasen. Esa era la idea, pasarlo bien, estar con gente y conocer gente nueva. Pero, es que, últimamente, no iba a ningún sitio. María y Ana, incluso habían dejado de llamarla para que fuera con ellas, ya sabían que no se iba a mover del sofá a no ser que saliese Amelia también. A ella también la habían intentado invitar, a ver si así, una tiraba de la otra, pero, ni por esas.

Luisita tenía claro que era lo que necesitaba, ya estaba cansada de tener que aguantar sus deseos de plantarle un beso y, quizás, algo más a la morena. Necesitaba salir, pasarlo bien, sin preocupaciones, sin agobios.

- ¿Sabes que te digo Amelia? – le dijo eufórica después de colgar el teléfono

- Dime – le dijo sorprendida y con una gran sonrisa, contagiándose de la alegría de la rubia.

- Que mañana nos vamos a la fiesta del "Teatro Barceló"

- Espera, espera... el Teatro Barceló no es...

- ¡!!Síiii!! de las mejores discotecas de Madrid.

- ¿Y eso, Luisita?

- Pues, porque me han invitado y, aunque he rechazado muchas invitaciones esta temporada... ¡mañana nos vamos!

- Ay, Luisita, pero... te han invitado a ti, ve tú.

- No, no, no. Mañana nos vamos las dos. Bueno, María también viene y, Ana...

- Bueno, pues id vosotras, yo me quedo.

- No. Ya te he dicho que no. Esa posibilidad no existe. O vienes tú o, no vamos ninguna

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