Regreso "Bellamione"

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La noche de brujas es una gran celebración en el mundo mágico, y el único día en el cual se les permite a los magos usar magia en el mundo muggle sin llevarse una sanción.

Hermione es de las pocas que no le gusta utilizar magia en ese mundo, puede que se deba a que creció allí; pero ninguno de sus amigos lo sabe.

La guerra había terminado y ella había decidido pasar el día de brujas con sus padres, a los cuales les había devuelto la memoria.

–¿Hija no saldrás hoy?–. La Sra. Granger se acerca su hija que está sentada comiendo galletas.

–No me apetece mamá, prefiero quedarme con ustedes–. La chica mira fijamente su galleta y le da otro mordisco.

–Pero hija, hoy es tu día–. En ese mismo instante el Sr. Granger se hace presente en la sala.

–Lo siento; pero no voy a salir–. Ambos padres se ven y una idea cruza sus mentes.

–¿Ni siquiera por ir a la fiesta más grande es todo Londres?–. La castaña solo los vio un segundo antes de hacer que otra galleta apareciera en sus manos.

–No–. Los padres de la castaña se vieron nuevamente y decidieron desistir.

–Bueno hija, nosotros si vamos a salir, no nos esperes despierta–. Si más que agregar los padres de la castaña tomaron sus abrigos y la dejaron allí.

Hermione se quedó viendo la puerta algunos minutos y luego se recostó a lo largo del sofá con otra galleta es su mano, mientras comía su galleta su mente voló a los últimos acontecimientos ocurridos y, una lágrima solitaria rodo por su mejilla al recordar su secuestro.

Analepsis

El Trío Dorado no contaba con encontrase con Bellatrix Lestrange en aquella mansión, Harry y Ron fueron enviados inmediatamente al sótano donde se encontraban un duende de Gringgots y Ollivander.

Hermione fue en cambio a una habitación, para ser exacta a la habitación de Bellatrix, la castaña estaba petrificada, literalmente, sobre aquella inmensa cama, lo único que podía hacer era girar su cabeza y observar todo lo que ocupaba aquel lugar.

Luego de lo que parecieron horas, Bellatrix entró en la habitación con una sádica sonrisa y una mirada que hizo que Hermione se sintiera minúscula.

–Hola, señorita sangre sucia–. Hermione intento gritar pero no emitió ningún sonido.

La desesperación que recorrió el cuerpo de Hermione fue demasía, llevándola así a desmayarse.

Al despertar su cuerpo se podía mover perfectamente haciéndola pensar que aquello había sido un mal sueño, uno muy vívido; pero sueño al final.

Sin prestar atención a su alrededor la Gryffindor se levantó y caminó a la puerta, pero apenas su mano hizo contacto con el pomo soltó un grito desgarrador al sentir el calor que emanaba, al ver su mano en ella estaba una marca en forma de aquel pomo.

–Veo que despertaste, pequeña sangre sucia–. Aquella voz medio adormilada sorprendió a Hermione y la hizo girar sobre su eje hasta fijar su mirada en la cama en la que estuvo minutos antes. Allí a solo centímetros de ella se encontraba nada más y nada menos que Bellatrix Lestrange, medio despierta.

–¿Qué hago aquí?–. Realmente ni Hermione sabe de dónde sacó la fuerza para preguntar.

–Eres una prisionera, eres mi prisionera–. Y allí estaba nuevamente la Bellatrix que Hermione conocía.

–¿Por qué yo y no Harry?–. Nuevamente se sorprendió Hermione a sí misma.

–Porque para comenzar lo que necesito solo tú lo tienes, y porque... eres más sexy–. Esas palabras más el caminar se Bellatrix, hicieron que Hermione se sonrojara poderosamente.

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