El futuro no es tan importante como tú

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Kara caminaba tomando la mano de Lena hacía el centro del parque al que asistían cada vez que sus agendas se lo permitían, ya que amaban el aire libre y la paz que aquel lugar les proporcionaba.

–¿Qué tal está haciendo el trabajo, Nia, ahora que Andrea es la dueña?–. Lena y Kara sentían un gran aprecio por la joven, así que aquella pregunta no extrañó a la kriptoniana

–Muy bien, mucho mejor de lo que yo lo hice mis primero días como periodista en CatCo, aparte la dueña anterior era una tirana, Andrea es llevadera–. La kriptoniana sonrió recordando las pequeñas cosas que hacía Nia que por alguna inexplicable razón le recordaban a Lena. Y esta rió al escuchar el último comentario de su pareja

–¿Y qué tal le va como Dreamer?–. A Kara le fascinaba que Lena le preguntara sobre sus alter egos, algo que unos meses atrás no hubiese podido hacer, y ella era feliz de contarle.

–Es muy buena, aún tiene algunas dificultades con sus poderes; pero nada que no se resuelva con algo de práctica y entrenamiento arduo–. Otra sonrisa de genuino orgullo se posó en los labios de la kriptoniana, una sonrisa que Lena amaba ver y sólo podía hacerlo cuando su chica hablaba de Nia.

–Tiene a la mejor madrina, o sea tú, así que no es de extrañarse que sea muy buena en su trabajo y en su deber–. Tras decir eso dejó un beso en la nariz de su novia, haciendo que las mejillas de la rubia se tornaran rojas.

–¡Deja de hacer eso!–. Sin soltar la mano de la pelinegra, la abrazó y metió su cabeza en el cuello de la joven Luthor.

–Eres demasiado tierna para tu bien, Supergirl–. Kara se derritió un poco más al escuchar la manera tan tierna en la que Lena dijo el nombre de su alter ego.

–Tú, Lena Luthor, eres tierna, yo por otro lado soy la Chica de Acero, tu Chica de Acero–. Dejó salir un poco de su aliento gélido contra la oreja y el cuello de Lena, haciéndola estremecer.

–Sea lo que sea que hagan, dejen de hacerlo, niñas presentes –Nia protestó con un gritito agudo–, y estamos en un lugar público–. La voz de Alex las sacó de su burbuja, haciendo que Lena bufara en protesta y Kara se sonrojara, otra vez.

–Hola, Alex, Sam controla a tu mujer –giró su mirada a Ruby y Nia que también estaban allí–, ¿quieren ganarse cien dólares? –las más jóvenes asintieron efusivamente–. Persigan a Alex hasta hacer que coma tierra–. Tras decir esas palabras las jóvenes se quedaron viendo entre ellas, y no pensaban hacerlo; pero Lena sacó dos billetes de cien, haciéndolas decidirse.

Alex mantuvo su mirada y pose dura, hasta que vio los billetes de Lena. Tan rápido como pudo comenzó a correr siendo perseguida por amabas castañas.

–¡Ruby si no te detienes, inmediatamente, olvídate el helado para postre!–. Alex gritó con todas sus fuerzas; pero fue inútil ya que todas allí sabían que la que llevaba los pantalones en la casa, por decirlo de alguna manera, era Sam.

Las dos kriptonianas y la Luthor solamente rían mientras caminaban en dirección hacía un puesto de helados cercano, ya que aquello era, casi, tradición para ellas, ir al parque y comer helados del mismo puesto de helados siempre.

–¡Nia! –el grito de Ruby fácilmente pudo haber sido escuchado por todo el parque–, ¡mamá, tía Kara, ayuda!–. Poco importándoles que estaban en un lugar público, Sam y Kara usaron su supervelocidad para llegar junto a Nia y Ruby, puesto que Alex se encontraba a unos metros de ella.

–¿Qué sucedió?–. Kara prácticamente se abalanzó contra Nia y comenzó a hacerle un escaneo general con sus rayos X.

–No lo sé, estábamos cerca de alcanzar a mamá Alex y ella comenzó a temblar como si recibiera una descarga eléctrica y cayó al suelo inconciente–. Ruby temblaba; pero u voz salió muy clara cosa que todas las adultas agradecieron.

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