Imprimación

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Una pequeña vampiresa se encontraba saltando de árbol en árbol sin prestar atención alguna a si se encontraba aún en su territorio; mientras saltaba se distrajo con el sonido de un latido, terriblemente, acelerado y por el olor a lobo que inundo el aire repentinamente causando así una estrepitosa caída de unos diez metros de altura.

No pudo siquiera intentar levantarse cuando un enorme lobo gris se posicionó sobre ella, por reflejo vio directamente a sus ojos y algo dentro de ella cambió radicalmente, su mente hizo una especie de clic, y al parecer lo mismo le paso al enorme animal que inmediatamente se quitó de su posición de ataque y mostró una posición más de sumisión/admiración.

Pasaron algunos segundos viéndose hasta que tres lobos más se hicieron presentes e intentaron atacar a la vampiresa; pero solo llegó a ser eso, un intento, ya que el lobo gris se puso frente a ella y dio un fuerte aullido.

Los tres lobos se veían claramente confundidos; pero un gruñido del lobo gris los hizo retroceder y alejarse inmediatamente.

–Soy Alice Cullen, ¿podrías mostrarme quien eres?–. Alice se acercó y paso suavemente su mano por la oreja del inmenso ser, causando que este hiciese un suave ruido mostrando su aceptación y disfrute ante aquel gesto.

–¿Podrías?–. Pregunta nuevamente y esta vez el lobo se aleja de ella y se va tras una arboleda.

Al no ver al lobo, Alice, por primera vez desde que aquello comenzó, se detuvo a pensar, aquel lobo era efectivamente su compañero, lo sintió en su muerto corazón y al ver sus ojos puedo verse reflejada en ellos por muchos años. Pudo por primera vez, ver en sus visiones algo relacionado con un lobo, y también pudo sentir el olor de su sangre, un olor dulce tentador y no el olor que caracteriza a los lobos.

Pasaron algunos segundos más y Alice pudo ver por primera vez a su compañero, quien realmente era una mujer, una hermosa y perfecta mujer, que la veía con devoción; pero pudo detallar cierto miedo en aquellos orbes color chocolate.

La chica que detuvo a un metro de Alice y la estudió con una sutil sonrisa.

–Soy Leah Clearwater–. En menos de un segundo Alice se encontraba frente a ella con una inmensa sonrisa y con diversión en sus ojos.

–Eres la hermana Seth–. Dijo afirmando mientras con cuidado colocaba su mano sobre la mejilla de Leah, quien en lugar de alejarse del frío tacto se acerca más a él.

–Sí, y no nos conocimos antes porque no eran muy de mi gusto los vampiros–. Alice se sorprendió un poco por su confesión y se alejó de ella unos centímetros.

–¿No te gustan los vampiros?–. Pregunto un poco preocupada por la respuesta, incluso olvido su anterior visión.

–No me gustaban, en pasado, eres mi impronta Alice Cullen, tu familia ahora es la mía, por ende deben gustarme los vampiros, sí o sí–. Con cuidado toma la mano de Alice y deja un beso en su dorso y otro en su palma, causando que Alice sintiera el fantasmal latido de su corazón.

–A mí tampoco me gustaban mucho los lobos–. Dice para sacarle una sonrisa a Leah, cosa que logra exitosamente.

–Pues qué bueno que hablas en pasado, porque no podrás alejarme de ti por lo que me queda de vida–. Ambas sonríen nuevamente y se pierden en la mirada de la otra, hasta que un aullido corta el aire y una docena de lobos se hacen presentes, todos dirigidos por un inmenso lobo negro.

La tensión se podía cortar con un cuchillo, Leah y el inmenso lobo se veían fijamente, mientras el cuerpo de Leah comenzaba a temblar bajo en tacto de Alice.

Un segundo fue lo que le tomo a Leah hacer presente su forma lobuna, al parecer mantenían una conversación telepática, y por un momento Alice deseó profundamente tener el poder de Edward.

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