Poco Tiempo

748 61 12
                                    

Estaba completamente aturdido ante la oleada de Ángeles que nos llegó de imprevisto. 

Íbamos de regreso a casa, ni habíamos avanzado un kilómetro cuando nos atacaron. No estaba a la cabeza por lo que no escuché absolutamente nada cuando una persona algo regordete se le acercó a mi padre; ni tiempo tuvimos para ponernos en guardia, cuando nos embistieron repentinamente  un gran grupo de ángeles.

Me hicieron caer de mi caballo, y no sólo a mi, sinó que a los demás, logré ver a mi padre peleando con esa persona que resultó ser un ángel; así que solo me límite a ponerme de pie y contraatacar, saqué mi arma de lado derecho de mi cadera y me puse en guardia.
Un ángel llegó hacia mí lo más rápido que les dió sus alas, pero si logré esquivarlo cuando apuntaba hacia mí una de sus armas; comenzamos a pelear, no podía verle bien en rostro por el casco de plata que tenían, ya que en la mirada tenía aquellas barras, así que era lógico.

Así que a como pude también le ataque de a como fuera; tenía una fuerza increíble para decir que se trataba de un macho alfa, pero no me dejé doblegar ante él; todos estaban combatiendo con sus armas y uno que otro poder; ví que me tiró una gran rafaga de color azul, así que que me escude con mi mano derecha. Al terminar de esfumar la ráfaga, éste me atacó apareciendo en medio del humo. Me sorprendí de verdad, pero pude transportarme al lado contrario de él; así que al dar el golpe, dió hacia el suelo que hasta se rajó, dio una paradilla con el mismo brazo para ponerse de pie y volver a la carga; y al tenerlo justo en donde me lo esperaba, le tire una rafaga de poder color rojo, haciendo que éste lo cubriera. Me moví rápido para que  la explosión no me afectara (aunque sería imposible que me afectase)  y así ver el espectáculo.
Lo que no me esperaba era de que al darme media vuelta, otro me embistió tomandome de la cadera y tirarme al suelo junto a él, comencé a patalear y tratar de mover mis alas pero era imposible, tenía más fuerza que el otro; y a como pude, me transporté rápidamente hasta estar lejos de ese Ángel, antes de que me tirara una rafaga en la cara.

Estaba jadeando, había recibido algunos golpes del primer soldado, y eso me hacía doler un poco más el cuerpo. Ví que ambos caballeros se colocaron de pie, uno más lastimado que el otro, así que volando se acercaron a mi velozmente; mientras yo me posicionaba en modo ataque, esperé  a que me atacaran, y así fue, llegaron ambos de ambos lados y comenzaron a dar puñetazos y patadas, logré esquivar todos, y tirando ataques a ambos, pero también los esquivaban; nos moviamos de un lado a otro, sin dar tregua; me sentía cansado de verdad, pero debía darlo todo, como los demás.
Hasta que uno de ellos se separó de nosotros y se alejó. Yo no podía ver que planeaba hacer, porque el otro no me dejaba, dando uno que otro ataque de poder en la cara... No podía dejar que uno se fuera así de la nada, pero tampoco  podía separame del otro, y como si no pude predecir su ataque, el caballero que andaba conmigo, se dividió en demasiados y todos me lanzaron más rafagas punzantes, me protegí en mi esfera de campo de fuerza, hasta que cesaron. Al no ver ninguna seña de que me tiraran más, deshize la esfera. Pero al hacerlo no logré percatar que me sujeraton de los sobacos, y pies. Al expanderse el humo que se había creado, noté que ambos ángeles hacian una fusión de una enorme rafaga color azul oscuro, no pasó mucho cuando la lanzaron, ni tiempo de transportarme puede, ya que lo tenía a mis narices; al darme, podía sentir que eso me quitaba las energías y me quemaba la piel, dolía demasiado como para explicar. Luego de unos minutos, minutos en los que sentía que moriría en cualquier momento por unas explosiones  fuertes ante mi cuerpo, logró cesar y caí rendido hasta el suelo. Si, me habían debilitado rápido, pero no lo suficiente para crear una habitación en que nos encerraba a los tres; ambos caballeros no bajaron la guardia, pero yo me protegí de nuevo en la esfera. Para luego de un chasquido, del suelo, paredes y techo, calleran truenos violetas, dándole en sus protegidos cuerpos, fue eso hasta que los ví caerse. Una última rematada a esos   bastardos bastó para que quedara sus rostros en el suelo. Deshice el hechizo y me ví victorioso para darles una última rafaga... Hasta que se volvieron a colocar de pie, muy lentos pero si, me les sonreí tan absorto de que pudieran aguantar todavía, pero ya los acabaría de una ves por todas. Me coloqué de nuevo en guardia y aumenté la bola de luz que desprendia de mis manos.
No me esperaba que reaccionaran a hacer algo de nuevo, pero solamente lograron quitarse el casco.

Mi Pequeño ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora