*Cap. 4*

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Desperté con la necesidad de hablar con papá sobre contratar a Steve, pero debía parecer una idea que surgió en conjunto con mis primas y era mejor si solo comentábamos la obra en el desayuno y luego ya vería cuándo y cómo acercarme a mi padre y qué decirle luego a mi madre que de seguro vendría a mí para pedirme explicaciones, ella está mucho más preocupada por mis actitudes desde el día del compromiso. Antes solía dejarme sola a hacer lo que quisiera, cuánto anhelaba eso. Ser niña era lindo, nunca antes lo valoré lo suficiente.

Antes del desayuno alcancé a conversar con mis primas para ponernos de acuerdo y así todas tener una misma versión de la noche anterior. Luego de comer conversamos sobre los planes para el mes que durara su visita.

Mi padre tuvo cosas que hacer y no pude hablar ese día con él. A las 5 de la tarde llegó Carl y quiso conocer a mis primas. Intentó ser gracioso un par de veces pero el humor no se le daba bien. Luego comenzó a decir los planes que tenía de compras de bienes para nuestro futuro, que quería una casa en la costa cerca del mar, pero no tanto porque el sonido ensordecedor por las noches no le permite descansar bien. Y así, un montón de cosas que realmente no me interesaba saber. A ratos me daba angustia comportarme así, es decir, internamente no estar prestando atención a lo que mi futuro esposo me estaba diciendo. Es un buen hombre. Creo o quiero creer. Pero no hay química alguna. Finjo externamente, sonrío y hago preguntas y lo insto a que de más detalles de lo que está contando.

Al segundo día, volví a despertar con la misión en mente. Tampoco logré encontrar el momento de hablar con mi padre.

Ya al tercer día, desperté más temprano y me propuse hablar con él. Así que, mientras la cocinera preparaba el desayuno y comenzaban a poner la mesa fui hacia mi padre que acostumbraba salir al patio con bata a quien sabe hacer qué. Salí y le dije: -Padre, muy buenos días. Espero que haya descansado muy bien, quisiera pedirle algo-.

-Hola mi princesa, claro, cuénteme lo que quiere- me dijo con voz relajada.

-Es que sucede...-comencé y ya luego no sabía bien cómo continuar-que con las chicas hemos estado pensando en algo-continué, ellas debían ayudarme en esto, espero mi padre crea que fue idea de ellas o de las tres-y... queremos saber si puedes contratar al chofer que nos llevó al teatro el otro día ¿recuerdas? (refiriéndome a Steve, pero no quería que supiera que recordaba su nombre), papi esque... con las chicas queremos salir a varios lugares más, Bárbara (la mayor) trajo algunos ahorros y dijo que ella quería aportar-le dije.

-Lo voy a pensar ¿bien? dame un poco de tiempo y luego te respondo-dijo, se giró y comenzó a caminar hacia la casa.

Supongo que salió bien, ahora a esperar.

Les dije a las chicas y Bárbara me dijo que el dinero que había traído no era para costear eso sino para poder salir y comprar cosas para comer o entradas al teatro o ferias. Pero luego me abrazó y dijo que no estaba enojada conmigo y que el plan de que yo me acercara más y más a Steve estaba en marcha y nada nos haría retroceder.


Al quinto día desde la salida al teatro mi padre, a la hora de almuerzo nos preguntó si Steve había sido respetuosos con nosotras, le dijimos que sí. Luego preguntó que si teníamos muchos planes o solo eran algunas ocasiones las que requeríamos de sus servicios. Bárbara le respondió segura y tranquila y mi padre cruzó los dedos de las manos, como cuando voy a rezar en la noche y apoyó su boca en su dedo índice. 

-Bien, entonces acepto. Que ese joven sea su chofer durante este mes-dijo y le agradecimos a mi padre, entonces nos dijo: -Agradezcan también a su madre que fue quien me otorgó más información sobre el joven-.

Le agradecimos y seguimos comiendo. Quedé con la duda. Mis primas se dieron cuenta. Quería saber qué sabía mi madre sobre él. Pero era una pésima idea preguntarle ya que sospecharía de mi interés, así que, tenía que fingir y tan solo dejarlo pasar.

Luego habló mi madre: -Chicas... - dijo refiriéndose a mis primas -por favor compórtense y no se vayan a enamorar de él ni a coquetearle, no corresponde que pierdan su tiempo con ese tipo de... quiero decir, cuiden a su familia así como lo hace mi Kathline ¿ya? Llegará un día un apuesto y acaudalado hombre que pida su mano y solo de ese modo asegurarán la felicidad para sus seres queridos- terminó de decir y sentí un nudo en el estómago. Qué mal comentario mamá, o consejo o lo que creas que eso fue. Llegó a parecer amenaza y fue algo clasista también.

Luego dijo: -Propongo lo invitemos a cenar para que así podamos conocerlo un poco más y luego de eso tomar una decisión de si podemos confiarle a las chicas o no. ¿Qué les parece?- dijo esta vez más relajada y tomó un pastel y lo puso sobre su plato. Comenzó a comerlo así que intuí quería que ahora nosotros habláramos y que ella no tenía más que decir. Esta vez siento que nos comentó algo que ya había decidido, pero como preguntó nosotras respondimos estar de acuerdo.


Me propuse escribir la carta con la cual lo invitaríamos, subí a mi cuarto y comencé a escribirla. Luego bajé a buscar el sello de mi padre en su escritorio y recordé que lo dejaba bajo llave, así que comencé a buscarlo. Le pregunté a la cocinera si sabía dónde estaba y me dijo que se había sentido mal y que estaba reposando en su cuarto. Luego agregó: -mi niña, yo la voy a acompañar a dejar esa carta, cuando la tenga lista me avisa-.

Me encontré con mi madre cuando iba de camino a mi dormitorio nuevamente y le pregunté por papá. Me dijo que se sintió mareado y que lo atribuía al humo de las chimeneas que aspiró en la mañana y que, por lo mismo, ya está comenzando a pensar que debiera dejar de salir en la mañana al patio como hace cada día. Luego fue hacia la cocina. Escuché que le dijo a Miriam que le llevara un té bien caliente a mi padre y entonces me ofrecí a llevárselo yo misma. Pero me dijo que mejor no corriera riesgo de quemarme y tan solo la acompañara. Fuimos juntas a su dormitorio, entramos y mientras Miriam dejaba en su velador la taza de té yo dije: -Padre, ¿cómo te sientes?-

-Un poco mejor, al acostarme me dormí de inmediato y aunque hayan pasado pocos minutos ya me siento algo repuesto. Gracias por el té. ¿Me trajeron mi favorito?-preguntó.

-Creo que sí, olí la lavanda mientras venía hacia acá- le dije y luego agregué -papi quisiera pedirte el sello para la carta de invitación que hoy con Miriam llevaremos a casa de Steve- le dije sin darme cuenta muy bien de lo sincera que había sido.

-Está bien, en mi escritorio en el segundo cajón está la llave a la izquierda, es plateada, luego de usar el sello, deja con llave la caja y vuelve a dejarla donde la encontraste por favor- me dijo.

-Claro que sí papito, gracias- le dije y me estaba acercando hacia él para darle un beso en la frente cuando me detuvo diciendo -no hija, no te acerques mucho, aún no sé bien qué puedo tener y si es contagioso no me perdonaría nunca el enfermarte -.

Salí del dormitorio, fui a su escritorio, encontré la llave, abrí la caja, saqué el sello, me dí cuenta que no tenía conmigo la carta, fui a mi cuarto a buscarla, la llevé al salón, le puse el timbre tal y como hace muchos años me había enseñado mi padre a mi hermana y a mí, cerré con llave la caja y la guardé en el cajón donde la había sacado.

Pensé con cariño en mi padre, miré su escritorio ordenado y perfumado con su aroma y salí de la habitación.


Corrí donde estaban mis primas y les dije lo que haría, me desearon éxito para encontrarlo en casa y que él mismo la recibiera y así pudiera ver sus ojos al sol, puesto que era mediodía. Sonreí y corrí hacia la cocina, me pusieron muy nerviosa con lo que me habían dicho, no había caído en cuenta de que podría ver sus ojos, de seguro al abrir la puerta miraría de inmediato al rostro, no había forma de que me evitara la vista. Sentía que mis piernas temblaban. Miriam me pidió unos minutos para ir a buscar dinero y dos canastas, ya que luego de dejar la carta iríamos a comprar algunas verduras al mercado.

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 Gracias por leer este capítulo, espero que lo hayas disfrutado.

Nos vemos en el siguiente.

Kathline siente no controlar su cuerpo, está nerviosa, sus piernas le tiemblan y su corazón late desenfrenado con la sola idea de verlo a los ojos a la luz del mediodía ¿recibirá en persona la carta?

Amor TransgresorWhere stories live. Discover now