*Prólogo*

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Recuerdo cada cierto tiempo cómo se las arreglaba mi hermana para que nos dieran una segunda porción de postre. Utilizaba su ternura y poderes de convencimiento que le funcionaban tanto con nuestro padre, madre o cocinera. Y yo, 3 años menor que ella, la observaba y admiraba en secreto. Pensaba, ¡wow! quisiera llevarme así de bien con mamá.

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Recuerdo cuando fuimos a la casa de campo de mis primas y no dormimos por dos noches seguidas, conversando y riendo. Esto ocurrió hace poco, solo unos meses antes de que se fuera para siempre, transformando mi vida y convirtiéndome en hija única.

Amamos pasar tiempo con nuestras primas, son divertidas, entretenidas y siempre muy buenas para dar consejos aunque lo más genial es que les encanta contar historias. A veces pienso ¿les suceden todas estas cosas realmente o las inventan de inicio a fin? y luego me doy cuenta que no saber si es la una o la otra o ambas al mismo tiempo, es lo que le da más valor a sus cuentos, y la forma en la que los relatan es realmente digno de envidia por los actores que cada cierto tiempo vemos en el teatro.

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Mi hermana me daba siempre las mejores frutas, por ejemplo; tenía la costumbre de darle un pequeño mordisco a las frutillas y así descubrir las más dulces y dármelas a mí. No solo de este modo me demostraba su amor sino de muchas otras maneras, no se cansaba de cuidarme y hacerme feliz. Pero no solo a mí, sino a toda la familia. Cuando murió me prometí  ser alegre como ella y luchar por mantenerme agradecida con la vida, tal y como ella lo era. La extraño mucho. La recuerdo diariamente, pero no con pesar sino con la misma admiración que sentí siempre.

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Mi primer corsé fue un regalo de mi hermana, me enseñó cómo se usaba, me dijo que una se lo podía poner sola pero siempre quedaría mejor si recibía ayuda.

Ahora he comprendido que la vida en familia es así, una tarea se puede llevar a cabo de manera individual pero si se pide ayuda será mucho mejor el resultado y en el peor de los casos será igual pero se pasará mejor.

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- No debes mirar, sé discreta- dijo mi hermana mientras pasábamos por el lado del chico que le gustaba.

- Pero quiero verlo, saber cómo es el chico que tanto te gusta- le dije tratando de convencerla y obtener así el permiso.

- Bueno, pero gira la cabeza lentamente- me dijo sonriendo nerviosamente.

Me giré y luego volví la mirada a ella y le dije - Woow, es realmente guapo, ¡cásense!-

- ¿Cómo crees?- me respondió sinceramente sorprendida - Me gusta y todo pero no lo conozco- terminó diciendo y bajó la mirada a sus pies.

- Hace como mil años que te gusta y aún nuestros padres no saben nada, si les contaras seguro que buscarían la manera de conocer su nombre y dirección, podrían...-decía pero me interrumpió para decir:

- Lo entiendo, estoy en edad de casarme, pero no quiero hacerlo aún. Cuando papá menciona este tema, le digo que no quiero salir de casa aún, que los extrañaría demasiado-

- Pero si te gusta, deberías al menos intentar conversar con él porque tu no sabes si son el uno para el otro, quizás...- me interrumpió de nuevo, al parecer estaba muy nerviosa con el tema. Mi hermana nunca había tenido un amorío con nadie, no sabía coquetear y decía que no quería casarse joven como todas.

- Quizá sea un niño rico, caprichoso, lindo si pero mañoso y comilón, ¡y entonces qué! ¿Yo tendría que aprender mil cosas distintas para cocinarle y trabajar mi paciencia solo porque es lindo?- me dijo con notorias ganas de acabar el tema.

- Hermana...- le dije con un volumen y velocidad menor para mostrarle que la comprendía- ... ¿Es verdad que nuestros padres tienen problemas económicos y que conversaron contigo porque un matrimonio arreglado podría solucionar en algo este problema?- le dije realmente curiosa.

-Sí, pero no me pueden obligar o al menos me deben dejar pensar en ello y en eso estoy. Cada día pienso y pienso y llego siempre a la misma respuesta- me dijo y comenzó a caminar más rápido, dejando velozmente atrás al enamorado de mi hermana.

La seguí, apurando mi paso también, y le dije: - Y, ¿cuál es esa respuesta?-

-Lo haré, pero no pronto, pero lo haré- dijo.

A los meses falleció.

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Gracias por llegar hasta aquí.

Nos vemos en el siguiente capítulo;

El primero de muchos, 

Besos.



Amor TransgresorWhere stories live. Discover now