Me gusta pensar que a veces la vida es algo complaciente con nosotros, puesto que hay algo en lo que me gusta mucho creer, algo a lo que me gusta llamar los seres de luz; para mi esta clase de personas son extraordinarias, son gente que día a día hace algo diferente, algo especial, día con día se encargan de llenar nuestras vidas con esa pequeña magia la cual sostienen en su corazón, esa pequeña luz que realmente alumbra nuestros senderos en los días mas oscuros, y por lo cual me gusta llamarlos así, no por que sean seres divinos o hechos de algo diferente a nosotros, pero esta clase de personas realmente se esfuerzan por vernos felices, por alegrar nuestros días, por hacernos bien, por buscar un mundo mejor, mas sonrisas, mas belleza interior y menos belleza estética; realmente siento que son seres cuya misión es ayudarnos a darnos cuenta de la infinidad de cosas que tenemos por delante y que en ocasiones no logramos ver por algunos "obstáculos" que impiden nuestra visión y nuestra llegada a nuestros objetivos...
Al día siguiente de descubrir todas aquella cosas que realmente me fascinaban sobre Aitana, estuve toda la tarde pensando en ella, realmente no me gustaba hacerlo, pues sabia que podía terminar de la misma manera en la que todo termino con Ivone; alguien con el corazón partido después de tener expectativas tan altas de gente tan básica, pero aun así, yo estaba dispuesto a arriesgarme, a volver a sentir lo que es amar, por que al fin y al cabo de eso se trata la vida; de intentar, fallar, y volver a comenzar, cada vez con mas actitud de que todo salga bien y cada vez con mas entusiasmo, demostrándole a la vida que en ese momento ni en ningún otro, nada podrá tumbarte; que todo aquello que en su momento te ponga como una valla que debes saltar, tu la usaras como trampolín para demostrarle quien manda verdaderamente, quien reina sobre tu vida y quien controla lo que puede o no derribarte: "El limite es el cielo".
Ese mismo día por la tarde, decidí seguir hablando con Aitana, pero esta vez no quería que todas nuestras platicas se perdieran en una simple conversación vana y sin sentido; quería realmente sentir esas palabras que ella me decía y poder apreciar su belleza en movimiento cuando su boca hacia cada pequeño movimiento y emitía cada pequeño sonido de varias palabras que realmente podrían alegrar sin mayor dificultad mi día; así que lo hice, me decidí y llame a Aitana por teléfono, sin esperar recibir esta contestación:
-¡Hola Richard!, que gusto que me llames- dijo con un tono un poco nervioso- ¿En qué te puedo ayudar?
-¡Hola Aitana!, es un gusto escuchar tu voz- dije con un tono alegre- Solo llamaba para molestar un poco, hablar un rato contigo y escuchar tu bella voz, solo si no estas ocupada, claro esta
-Por supuesto que no Richard, al contrario, en estos momentos cuento con todo el tiempo del mundo- contestó ella-
-Realmente me alegra escuchar eso- dije mientras una sonrisa se dibujaba lentamente en mi rostro- cuentame, ¿qué tal ha ido tu día hasta el momento?
-Creo que no podría quejarme aunque quisiera, realmente me encuentro muy bien- contestó ella-
-Realmente me alegro por eso, me da mucho gusto saber que te va bien jaja- contesté-
-¿Estas ocupado en este momento?-Preguntó
-Pues no, dime, ¿Qué puedo hacer por ti?- pregunté intrigado-
-Realmente no mucho, quería saber si quisieras salir conmigo para volver esta platica un poco mas personal y así poder salir a caminar un rato, ¿Te parece?
-Me parece perfecto, estoy en tu casa en diez minutos- dije mientras sentía como se me reventaba el pecho de alegría-
Colgué el teléfono y me dirigí a mi closet a buscar un suéter pequeño con el cual abrigarme por si acaso el clima se tornaba helado; habiéndola tomado, corrí hacia la puerta y me dirigí a la casa de Aitana para poder verla, realmente estaba impaciente por hacerlo, no podía contener la emoción, era como si dentro de mi pecho, estuviesen dos autos de la formula uno corriendo por ahí, acelerando todo mi sistema nervioso y poniéndome a mi aun mas nervioso; era una sensación de adrenalina, pero como nunca antes la había tenido atrapada en el pecho, cada paso que daba y me acercaba a la casa de Aitana, podía sentir claramente como mi corazón se agitaba mas y mas y mis pensamientos se volvían como un tornado dentro de mi cabeza mientras cada uno se movía por su lado y me hacía pensar mil y un formas en las cuales podría llegar a la casa de Aitana a presentarme...
Pero espera, ¿Qué tal si Aitana no deseaba que su familia supiera de mi aun?, quizá aun era muy pronto, quizá ella ni siquiera sentía las mismas emociones que yo sentía por verla, sentirla y escucharla de viva voz, y ni siquiera tenia ganas de que su familia me conociera por que quizá yo seria meramente otro amigo mas como todos aquellos idiotas que me había presentado días atrás. Pero yo realmente me encontraba decidido a que en algún momento su familia hablaría de mi, me conocerían, quizá hasta podía estar en su casa, comiendo con ellos, platicando acerca de la forma tan peculiar en la cual conocí a su hija y la forma mas descabellada en la cual me había enamorado de ella y por la cual me encontraba ahí en ese momento; no hay metas inalcanzables ni sueños muy locos, preguntemos a Neil Amstrong...
Quizá ella no deseaba que nadie supiera de mi, pero en realidad para mi eso no era un impedimento para luchar por ella como lucharía cualquier persona por algo que de verdad desea con todas las fuerzas de su alma; como un niño que desea un juguete al entrar a una juguetería, que a pesar de haber cientos de miles de juguetes bajo ese mismo techo, ellos se aferran a aquel que han escogido, por el motivo que lo hayan hecho, pero lo han hecho y no cambiarían su decisión por nada.
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El Árbol Del Amor
RomanceRichard, un pequeño chico de apenas 12 años descubre aquello de lo que todo mundo le había hablado; "El amor", pero no sin antes toparse ante todas las adversidades que sufren las personas al enamorarse.