El Árbol Del Amor

Prólogo

Y ahí me encontraba, cual siervo pequeño cuya madre le ha sido
arrebatada, pálido y asustado, sin saber aún por que aquella mujer por
quien tanto yo había luchado, por quien tanto amor había derramado,
a quien tanto había defendido de críticas y burlas, había osado
apartarse de mi lado... 

El amor es una planta que se riega día con día, solía exclamar mi
amada, una frase que dentro mío siempre quedara sembrada, pues fue
la frase que menciono el día que de mi lado se retiró.
Y quizá tuvo razón, el culpable de su cruel abandono fui yo, yo que
siempre la busque, yo que siempre la cuide, yo que siempre la protegí y
que siempre la ame; yo había tenido la culpa de su marcha, por ser un
novicio en el arte del amor, quizá un día la ahogue con tantas caricias
que sobre su cuerpo derrame, o quizá simplemente, un día se hartó...

Un día se hartó de aquel amor, aquel amor que nunca le fue propiciado ni siquiera por su ser más amado, aquel a quien ella había perdido, y con mi persona trataba de suplantarlo, pero que hubiera dado yo por saber aquello sin antes haberme enamorado.