Un mal hechizo
envía a cuatro
adolescentes
al pasado
donde el famoso
Harry Potter
aún es un estudiante
En Hogwarts
"Soy yo o ese
Niño pelirrojo
se parece al de
los libros
de historia"
~Ollie!
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CINCO SIMPLES PASOS POR AQUELLOS PASILLOS fue lo que les tomó a esos cuatro chicos antes de que algo les sucediera. Cinco pasos en los cuales sintieron que todo iba a funcionar de acuerdo al plan, pasos en los que se sintieron invencibles y poderosos. Cinco pasos valiosos pasos que perdieron significancia a lo quedaban el sexto.
—Ustedes cuatro— habló una voz detrás de ellos
Todo su mundo se vino abajo en ese instante. Sintieron como el peso de docenas caían sobre sus hombros y todas esperanzas y sueños que quedaban en su interior fueron destruidas por un camión.
Lentamente, lo más lento posible para posponer el impacto lo suficiente, se giraron a ver que era lo que había sucedido y cual era la dueña de la voz que los regañaba.
—bueno, no se queden ahí parados, síganme— la serenidad que denotaba la voz era inquietante, pero eso era lo que menos les preocupaba en esos momentos. Minerva McGonagall, la mismísima bruja de la que tanto han escuchado, libros de historia, retratos, hasta su propia insignia decorativa. Los chicos pensaron que estarían vivos para verla. Ahora si, aunque en cualquier otra situación les hubiera encantado conocerla en persona, está no era una de ellas. Por el contrario, su nivel de miedo incremento por los cielos con su ran sola presencia.
—creo que esta confundida— logró decir noelle— profesora— añadió lo más tranquila posible
—no, claro que no lo estoy señorita— McGonagall miró arriba y abajo a noelle intentando recordar quien era, pero por claras razones no pudo
—disculpe— interrumpió Nanette antes de que McGonagall se enterara de que no eran parte de aquel lugar— ¿para que nos necesita?
—oh, yo no querida— aclaro la profesora— Dumbledore los necesita ya mismo en su despacho, me encomendó que viniera a buscarlos.
Si ya sentían como el peso del mundo caía sobre sus hombros, ahora sentían como si hubieran sido consumidos por el universo entero y luego pisados mil veces por gigantes. Las cosas sólo iban de mal en peor y en aquel momento la idea de que un dragón se los comiera vivos parecía la menos dolorosa. Albus Dumbledore los solicitaba a ellos específicamente. No había tiempo para preguntas, mucho menos para volver atrás. Había clavado su propia tumba lo único que quedaba era entrar en ella.
—Ehem, ¿está segura?— dijo Jackson en su mediocre intento de que todo fuera una mentira
—absolutamente— habló McGonagall con certitud— hace unos diez minutos el profesor me comentó que los iba a encontrar Justo aquí a esta hora que era imprescindible que los llevara a su oficina cuando lo hiciera
—pe-pero como el profesor sabría que íbamos a estar aquí— tartamudeo Liam
—no me pregunten a mi, ustedes más que nadie deberían saber que Dumbledore trabaja a su manera
