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-¿Me querías? -susurró Richie apretándole el brazo.

-Sí.

Ante aquella admisión, su comportamiento aquella noche hacía años era heroico. Había renunciado a Richie por su bien y, en realidad, le había dado la oportunidad de ser libre.

Richie quería darle un puñetazo. En vez de eso, lo besó. No pudo evitarlo.
Le rodeó el cuello con los brazos, deslizó la lengua entre sus dientes, presionó su cuerpo contra el suyo con la misma lujuria que había mostrado a los diecisiete años.

Eddie emitió un gemido y deslizó las manos por sus muslos, poniéndole la piel de gallina. Trató de apartar la cabeza, pero Richie le mordió el labio inferior antes de que pudiera escapar. Si le daba tiempo para pensar, tal vez decidiera que era una mala idea, y no estaba seguro de tener las palabras adecuadas para convencerlo de lo contrario.Quería arrancarle la camiseta y deslizar la boca por cada curva de su piel.Quería reaprender todo lo que sabía de él, y descubrir muchas cosas que no sabía.

Eddie se rindió a sus insistentes tirones y acabó por quitarse la camiseta por encima de la cabeza. Richie deslizó las manos sobre su pecho y su estómago plano; luego acarició sus bíceps con las palmas. Se echó hacia delante y saboreó su piel.

Eddie murmuró su nombre y tiró de su cabeza hacia atrás, haciendo que sus bocas se juntaran.

Desesperado por sentir su contacto, Richie se sentó al borde de la encimera y colocó los pies alrededor de sus muslos. Eddie estaba caliente y excitado, y el tejido de sus vaqueros creaba una fricción que Richie recordaba muy bien. Eddie deslizó las manos por su espalda, acercándolo a su cuerpo, balanceándose los dos a un ritmo privado.

Richie enredó los dedos en su pelo, aún húmedo. Él inclinó la cabeza.

-Eddie -susurró, recordando todas las noches en las que se había despertado con su nombre en los labios y lágrimas en las mejillas.

-Shh -murmuró él-. Todo saldrá bien. Richie lo dudaba, pero iba a dejarle intentarlo.

Se miraron a los ojos mientras Richie le desabrochaba el botón de los vaqueros, bajándole después la cremallera y deslizándolos sobre sus caderas hasta liberar su erección sobre su mano.

Se tomó unos segundos para acariciarlo, antes de cerrar los dedos sobre la erección y llevarlo a un punto del que ninguno de los dos quería regresar. Con unos cuantos movimientos acelerados, Eddie consiguió quitarle el resto de la ropa y los dos se unieron como estaban destinados a unirse.

Eddie estaba cometiendo un error. Pero menudo error. Nunca había pensado que volvería a tener a Richie entre sus brazos, y mucho menos en su cama.O al menos en su encimera.

Debería haberle puesto fin a aquello, pero era demasiado tarde. Richie se movía contra él. Fue como regresar atrás en el tiempo, incluso estando atrapado en el presente. El mismo hombre, los mismos sentimientos. El mismo problema.

No iba a quedarse.

Apretó los dientes y se obligó a no pensar y a concentrarse en su cuerpo, en el de el, en el sexo. Se le daba bien el sexo. Siempre había sido así. Y con Richie, mucho mejor.

Richie tenía los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás; estaba cautivado por el pulso en su garganta. Agachó la cabeza y lamió su cuello con la lengua.

Eddie le levantó las caderas, flexionándose sobre el con movimientos intensos hasta que Richie gritó y se contrajo sobre él, haciéndole alcanzar el clímax.

Richie giró la cabeza y lo besó en la frente, enredando los dedos en su pelo.

-Nunca he dejado de quererte,Rich-exclamó Eddie.

Otro papá para Jack Dylan[Reddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora